Con gran frecuencia escuchamos decir “mantente lejos de los partidos políticos” y esta advertencia tiene mucha razón si tomamos en cuenta los actuales partidos políticos en México. Un sindicato, una organización obrera o cualquier obrero en lo particular no debe pertenecer ni al PRI ni al PAN, ni a los conservadores ni a los liberales. Derecha o izquierda o centro electoral, todos representan únicamente los intereses de las clases dominantes, así como los distintos matices de opiniones que circulan entre los grandes empresarios y capitalistas, extranjeros o nacionales.
Cada proceso electoral estos partidos son votados por millones de trabajadores, con ello los hacen representantes de la clase obrera a la cual no representan. Los y las trabajadoras hemos dejado la defensa de nuestros intereses políticos enteramente a los partidos de derecha, centro y centro “izquierda”, es decir, en manos de la clase dominante. Durante décadas, la clase obrera mexicana se ha conformado con votar para ser defraudada o vendida por esos partidos políticos.
En muchos otros países la clase obrera lucha y se organiza por la representación directa de su clase en los órganos legislativos: en todos lados menos en México.
La clase obrera en el pasado ha sido sometida por sindicatos corruptos o charros. Ha sido engañada por políticos de derecha y traicionada por políticos de “centro izquierda”. Pero cada vez crece más la convicción de que no es con los viejos ni nuevos partidos, conservadores o liberales, que la clase obrera conseguirá la defensa y conquista de sus derechos. Ningún partido realmente democrático logrará obtener éxitos si no tiene definido un carácter plenamente proletario.
Se nos dice también, que en esta sociedad cada quien debe de ocuparse solo por sus intereses, pero cuando, como trabajadores que somos, en la fábrica o el taller, en la bodega o almacén, en la granja o en la hacienda, en la escuela o en la calle, levantamos la voz para defender nuestros derechos e intereses, se nos dice que no hagamos alboroto y se nos amenaza con el despido o las sanciones. No obstante, cada periodo electoral vienen a nosotros los representantes de las clase dominantes a solicitarnos el voto a cambio de mantenernos igual que siempre.
No más abstención política!!!
Se nos dice también que nos abstengamos de participar en política, que no nos organicemos y se nos enumeran todas las desventajas que ello conlleva, pero la abstención política es imposible. El problema gira alrededor de qué política se hace y cómo se hace política. La experiencia de la vida actual, la opresión política a la que nos someten los gobiernos, tanto con fines políticos como sociales, nos obligan a dedicarnos a la política, queramos o no. Aquellos que predican la abstención política de la clase obrera no hace otra cosa más que arrojarnos a los brazos de la política de la burguesía.
Como trabajadores conscientes, queremos transformar radicalmente nuestra sociedad, eliminar el trabajo asalariado, planificar racionalmente la economía nacional, democratizar todos los sindicatos para que no sean organizaciones a favor de los patrones y contra la clase obrera, eliminar todo tipo de violencia de género y las relaciones de dominación que pesan sobre la mujer, entre muchas otras cosas. Pero para llegar a ese punto, necesitamos que como trabajadores, como clase obrera, nos preparemos para luchar por nuestras demandas, por nuestros propios intereses económicos, políticos y sociales, para la acción política.
Nuestra propia organización nos preparará para la revolución socialista, pero sin la educación que nuestra propia organización puede ofrecernos, al siguiente día de la lucha vendrán los mismos opresores y nada habrá cambiado, el partido obrero no debe constituirse como apéndice de cualquier partido burgués, sino como un partido independiente, que tiene su objetivo propio, su política propia.
¡Organicémonos para la lucha de la clase obrera!
¡¡¡Constituyamos el Partido Obrero!!!
*Paráfrasis de dos textos de F. Engels, Un partido de Obreros y Sobre la actuación política de la clase obrera.
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