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Protocolo para atender casos de abuso sexual

Comité por el Reagrupamiento Internacional Revolucionario

Estos protocolos son el producto de una colaboración internacional dentro del Comité por el Reagrupamiento Internacional Revolucionario (CRIR), compuesto por el Partido Obrero Socialista (México), el Partido Socialismo y Libertad (Argentina), el Freedom Socialist Party (Estados Unidos y Australia) y el Movimiento Revolucionario Socialista (Brasil). Establecido en 2013, el CRIR es un esfuerzo para promover la colaboración entre fuerzas revolucionarias en torno a una plataforma común que prioriza la promoción del liderazgo revolucionario de las mujeres en todos los ámbitos políticos. Desarrollados inicialmente para abordar el problema del machismo y el abuso sexual en la izquierda y en los sindicatos, ahora ofrecemos estos protocolos a un amplio espectro de organizaciones de movimientos sociales como una herramienta para enfrentar los problemas internos generados por la sociedad patriarcal. Para contactar al CRIR, envíe un correo electrónico a: cririnter@gmail.com

Introducción

Las mujeres de todo el mundo se están levantando contra el machismo y todas sus consecuencias brutales: violencia doméstica, violación, humillación sexual dentro y fuera del trabajo, discriminación en el empleo y la desigualdad salarial y de las oportunidades educativas. Las hermosas marchas internacionales de mujeres en enero de 2017, enero de 2018 y marzo 2020 son el humo y el fuego de un enorme volcán de esperanzas y sueños femeninos sin cumplir. Son los rumores de una explosión que, demorada tanto tiempo, se está volviendo más poderosa y generalizada cada día.

Hoy día, las mujeres trabajadoras están liderando un movimiento de resistencia contra las condiciones de trabajo opresivas. En lo que respecta al abuso sexual, están revelando nombres, desde el más alto hasta el más bajo, desde los centros del poder corporativo e imperialista hasta las universidades y fábricas, desde las maquilas y los campos agrícolas hasta las iglesias, restaurantes, oficinas y hoteles.

El levantamiento de la mitad de la raza humana contra su opresión debería ser motivo de celebración entre los revolucionarios. Desafortunadamente, demasiados partidos revolucionarios están en el lado equivocado de la historia. Sus líderes son acusados de abuso sexual y sus organizaciones son acusadas de intentar desacreditar a las acusadoras o de tildar las acusaciones de abuso como ataques políticos de las fuerzas anticomunistas de derecha. Entre los partidos que enfrentan cargos de abuso sexual por parte de sus líderes se encuentran varias organizaciones trotskistas.

Desarrollo de estos protocolos

El Comité por el Reagrupamiento Internacional Revolucionario (CRIR), un proyecto de reagrupamiento trotskista, desde su reunión inicial colocó la lucha por la liberación de las mujeres en la cima de su agenda. Nuestra plataforma de fundación contiene la siguiente declaración:

Al mismo tiempo que luchamos contra la explotación capitalista, también luchamos por la emancipación de las mujeres de toda la opresión que enfrentan. La clase trabajadora no podrá reunir toda la fuerza que necesita contra sus explotadores, y el socialismo no existirá, sin una verdadera y real igualdad entre hombres y mujeres y sin la participación decisiva de las mujeres en la lucha por la liberación humana.

Por lo tanto, consideramos que la crisis actual que enfrentan los diversos grupos es una cuestión política clave para la clase trabajadora y los revolucionarios en todas partes. ¿De qué manera los radicales comprometidos deben abordar cargos tan graves de forma respetuosa hacia las víctimas de abusos? ¿Qué pasa con el debido proceso para los acusados?

¿Cómo puede una organización mantener su reputación si los cargos son anónimos o son el resultado de la animadversión política de la derecha y de la represión gubernamental?

Estas son cuestiones importantes que requieren un protocolo que reconozca que la violencia, la violación y el abuso sexual son asuntos políticos de primera prioridad y que como trotskistas debemos observar las más altas normas de comportamiento personal y político para poder servir a la lucha por el socialismo y la liberación humana.

Una cuestión de importancia política vital

El fracaso de las organizaciones revolucionarias para comprender la importancia de la lucha por la liberación de las mujeres no brinda al CRIR ninguna alegría. Lo reconocemos como un fracaso político de nuestro movimiento que, por supuesto, no está aislado del patriarcado global que sienta las bases del machismo y la dominación masculina en todas las esferas de la vida.

Uno de los principios centrales del trotskismo es tratar de comprender la relación entre las tareas democráticas inconclusas de nuestro tiempo y la revolución socialista. Sin embargo, cuando se trata de feminismo, las dirigencias parecen haberse dormido durante la segunda mitad del siglo XX. No han asimilado la realidad de que las luchas feministas en todo el mundo están sacudiendo las añejas convicciones de dominación masculina tanto en la vida doméstica como pública.

Una organización revolucionaria del siglo XXI debe colocar la libertad de las mujeres con respecto al dominio de una cultura organizacional machista en el centro de todo lo que hace, si quiere ser relevante y tener principios. Y sus líderes deben ser un ejemplo de este enfoque dentro y fuera del partido, en las organizaciones de masas, en las relaciones personales, en el trabajo y en los sindicatos. No se trata solo de cómo maneje los cargos de mala conducta por parte de los miembros o no miembros. Es una cuestión de la prioridad que se le dé al desarrollo del liderazgo de las mujeres dentro de las organizaciones y de enfatizar sus luchas por la emancipación como un factor crítico de la lucha por el socialismo. Es imposible fomentar el liderazgo de las mujeres en una organización donde la seguridad, la integridad, la inteligencia y los derechos humanos de las mujeres no sean valorados ni protegidos. Acallar las voces de las mujeres afecta a toda la organización pues fomenta la falta de confianza entre los miembros y apoya una subcultura machista y burocrática dentro del grupo. Además, socava la credibilidad y la efectividad de la organización dentro de los movimientos sociales y la clase trabajadora.

Entonces, ¿por qué el machismo persiste en algunas organizaciones socialistas? Creemos que los llamados a practicar la “moral revolucionaria” –nos referimos a exhortar a los hombres en las organizaciones socialistas a que hagan una causa común con sus hermanas de clase y cambien su perspectiva y conducta sexista– es una respuesta inadecuada a las heridas violentas sufridas por las mujeres. Simplemente no va lo suficientemente lejos. Si las medidas se quedan en el simple exhorto a los infractores para un comportamiento correcto, se debilitan los mecanismos de observancia de principios y rendición de cuentas, en especial si se trata de dirigentes. Suele suceder que cuando las voces, experiencia y liderazgo de las mujeres son sofocados o denegados, surge una burocracia infalible que restringe a todos los miembros, especialmente a los jóvenes. Y la defensa de esta burocracia se convierte en el primer deber del grupo.

Es verdad también que la “moral revolucionaria” puede ser usada como una abstracción arraigada en una convenenciera ideología antifeminista. Esta ideología sostiene que poner un énfasis en la lucha de las mujeres por su emancipación está “dividiendo a la clase trabajadora”. Esa es una vieja mentira que apuntala al privilegio masculino y al patriarcado y que ha sido una maldición dentro de los movimientos socialistas y comunistas. En la práctica, esa mentira ha echado a miles de mujeres de las organizaciones revolucionarias para siempre. En consecuencia, el movimiento socialista revolucionario mundial se ha visto debilitado. ¿A qué precio? Al de perder líderes reales y potenciales, especialmente dentro de la juventud, muchas de las cuales tienen una comprensión avanzada de la importancia de la igualdad entre los sexos en la lucha por la liberación humana.

Trotsky argumenta que las acciones deben juzgarse en el contexto histórico concreto en el que tienen lugar. El hecho de que los casos de abuso y agresiones sexuales parecieran ser un lugar común en la actualidad dentro de las organizaciones de izquierda es alarmante. Pero para los revolucionarios serios es mucho más que eso.

Dos nuevos acontecimientos de enormes dimensiones están sucediendo al mismo tiempo: el actual levantamiento mundial de las mujeres contra su opresión y la conciencia cada vez más profunda del proletariado internacional de los defectos fatales del capitalismo. En este contexto, es fundamental que demostremos que comprendemos las ramificaciones políticas de un fracaso para abordar la crisis actual de la izquierda. Si no podemos tratar los casos de abuso sexual y violencia con justicia y sensibilidad, alejaremos de la política radical a las mujeres y a los activistas masculinos conscientes. Si, por otro lado, nuestras organizaciones se convierten en modelos a seguir de cómo crear una grata y recíproca camaradería entre mujeres y hombres al tomarse en serio el acoso y la agresión sexual, habremos jugado un papel importante en el avance de la revolución en nuestro tiempo.

Los protocolos

Hay dos tipos de situaciones que enfrentan las organizaciones revolucionarias: las que los miembros imputan a otros miembros y otras donde los cargos son realizados por personas que no son miembros, a veces de forma anónima.

Cómo responder a las acusaciones internas de abuso sexual o violencia doméstica

Cuando surgen acusaciones de abuso dentro de una organización revolucionaria, es necesario formar una comisión interna para investigar los cargos y decidir cuál es la acción apropiada. La persona acusada debe ser informada de la queja tan pronto como se le haya presentado a un líder elegido, ya sea a nivel nacional o local, y se haya informado al acusador de este proceso.

A continuación, se debe formar una comisión compuesta por una mayoría de mujeres militantes de base, de ser posible.

Los miembros de la comisión deberán ser los camaradas con más respeto y confianza por parte de la militancia.

La comisión también puede incluir a camaradas externos a la organización, como activistas reconocidos o representantes de otras organizaciones. Esto requerirá del acuerdo de las partes involucradas.

Tan pronto como sea posible, se deben tomar declaraciones de todos aquellos que deseen hablar con la comisión, ya sea que pertenezcan o no al grupo, y se debe tomar una decisión en cuestión de semanas, no meses, y se debe comunicar a los miembros, incluyendo la acción que se va a tomar, si esto procede. Se recomienda un enfoque educativo.

Durante la investigación, se debe prestar atención al tratamiento de la presunta víctima de abuso para que ella o él no sea vejada nuevamente por el proceso de investigación. Por otro lado, el acusado debe tener el debido proceso y la oportunidad de defenderse. Depende del grupo decidir si hacer públicos los hallazgos y las medidas correctivas; lo importante es tratar este incidente como un problema político serio.

Es importante reconocer que incluso con ideales elevados, las organizaciones revolucionarias no pueden detener todoslos ataques sexuales y físicos; somos parte del mundo violento, patriarcal y capitalista en el que vivimos. Pero al poner alto el listón para las relaciones entre camaradas y tratar seria, rápida y educativamente cualquier incidencia de abuso, podemos demostrar el tipo de relaciones que los socialistas se esfuerzan por crear en un nuevo mundo socialista.

Finalmente, reconocemos que todas las víctimas de violación, violencia doméstica, etc. tienen la opción de presentar cargos ante la policía. Hay muchas razones por las cuales esto puede ser peligroso dada la amenaza de que la policía use esto contra la organización, dada la indiferencia sexista que la policía y los tribunales tienen hacia la violencia contra las mujeres y personas LGBTQ, y la realidad de que el sistema penitenciario existe para castigar y no para rehabilitar. Aun así, una víctima de abuso puede sentirse obligada a tratar de evitar que el perpetrador hiera a alguien más y una organización revolucionaria no debe interponerse en su camino.

Cuando los cargos son realizados por personas que no son miembros

Cuando hay acusaciones de abuso sexual por parte de no militantes contra miembros de grupos u organizaciones de izquierda, la investigación puede ser llevada a cabo de manera más productiva por una Comisión Independiente compuesta por líderes respetados en el movimiento social, sindical y de izquierda. Esta es la mejor manera de mostrar que una organización no tiene nada que ocultar y que se toma en serio la explotación sexual. Si las denuncias surgen de folletos anónimos, sus autores deben ser exhortados a no esconderse y hacer una declaración pública. Esta sería una forma de revelar si están animados por una hostilidad política o por una preocupación genuina ante la explotación sexual. El responder con violencia o intimidación contra grupos o individuos que reclaman abusos es completamente contraproducente e incluso contrarrevolucionario.

La Comisión Independiente debe estar compuesta por una mayoría de mujeres y debe llevar a cabo su investigación de manera oportuna, respetando los derechos tanto de la presunta víctima como del acusado. Cualquier persona con información relacionada con las denuncias debe poder hablar ante la Comisión y las conclusiones de esta deben hacerse públicas.

Conclusión

Existe una gran necesidad en la izquierda y los movimientos sociales de autoevaluarse y centrarse en prevenir el acoso sexual y la violación antes de que ocurran, no solo en encararlos cuando surgen denuncias. Lo anterior se reduce a una política: la comprensión teórica de los orígenes de la opresión de las mujeres y del dominio masculino y la práctica de fomentar el liderazgo de las mujeres dentro de las organizaciones radicales.


Esquema para implementar estos protocolos

Entendemos que el presente documento no es una receta para resolver casos de violencia sexual, cada caso es distinto y tiene sus particularidades. La comisión deberá entender y mostrar sensibilidad ante este hecho. Aun así, estos protocolos constituyen una herramienta al dar orientación, orden y transparencia al manejo de estos casos. A continuación, presentamos un resumen de las acciones propuestas.

Cuando hay una denuncia de abuso en el interior de la organización:

La presunta víctima reporta el abuso a la dirigencia, tal y como ésta esté definida dentro del grupo.

La persona acusada es informada.

Se establece una Comisión Interna para realizar la investigación. Esta Comisión Interna necesitará que sea integrada por militantes de base de la organización respetados y honorables. Deberá ser compuesta por una mayoría de mujeres de base, de ser posible.

La Comisión Interna tomará declaración de todos los que deseen hablar con ella.

La Comisión Interna decidirá si toma medidas correctivas o hace públicos los hallazgos.

Aspectos que deben ser tomados en cuenta:

Evitar la revictimización de la denunciante.

El acusado tiene derecho a defenderse.

La denunciante tiene la opción de presentar cargos ante la policía.

Cuando hay una denuncia desde el exterior de la organización:

La presunta víctima reporta el abuso a la dirigencia, tal y como está esté definida dentro del grupo.

Se establece una Comisión Independiente para realizar la investigación, compuesta por líderes respetados en los movimientos.

La Comisión Independiente deberá integrarse por una mayoría de mujeres, de ser posible

Aspectos que deben ser tomados en cuenta:

Evitar la revictimización de la denunciante.

El acusado tiene derecho a defenderse.

La Comisión Independiente hará públicos sus hallazgos.