#Ayotzinapa│Jóvenes agonizantes fueron pateados por soldados 4/7

Transcurren los primeros minutos del 27 de septiembre de 2014 -relata Anabel Hernández. En la calle de Juan N. Álvarez esquina con Periférico acaba de ocurrir el tercer ataque contra los normalistas…

De pronto, en esa esquina se presenta un escuadrón del 27 Batallón de Infantería, integrado por 14 elementos que llevan chalecos antibalas, cascos y rifles de asalto G3; viajan en dos vehículos Cheyenne de la SEDENA. Comandan al grupo el capitán José Martínez Crespo, y en segundo rango el subteniente Fabián Pirita Ochoa.

Al menos uno de los vehículos lleva en el techo una metralleta bajo el control de un soldado.

El escuadrón se detiene donde yacen mojados e indefensos los normalistas Daniel Solís y Julio César Ramírez; en el lugar no hay ninguna otra autoridad y los militares actúan a sus anchas, asumen que no hay testigos. Tres elementos bajan de los vehículos: uno de ellos dirige su G3 hacia los dos jóvenes y los otros dos los patean con fuerza. No les ofrecen auxilio, no llaman a una ambulancia o al Ministerio Público. No hay conmiseración, ni siquiera se inmutan ante el horror que se observa alrededor: huaraches sin dueño, pedazos de dedos, charcos de sangre. Enseguida los vehículos militares se marchan cobijados por la oscuridad y dan la vuelta por la calle Juárez. [.]

Un testigo presencial dijo en entrevista para esta investigación que la acción duró unos minutos:

“Yo creo que querían saber si aún estaban vivos”

Explicó, visiblemente conmovido por la brutal actitud de los militares.1

El 27 de septiembre la Secretaría de Salud practicó las necropsias a los cuerpos de Daniel Solís y Julio César Ramírez, calculándose que el primero murió alrededor de las 0:50 de la noche y el segundo cerca de la una de la mañana. A partir de esas horas y de lo que refirió el testigo, se puede inferir que los estudiantes probablemente aún estaban vivos cuando el escuadrón del capitán Martínez Crespo pasó por ese punto.

De acuerdo con el expediente de la Fiscalía de Guerrero, no fue a la una de la mañana sino hasta las 2:40 del 27 de septiembre cuando el cabo Juan Carlos Peralta del 27 Batallón llamó al Ministerio Público de Iguala “para informar que entre el Periférico Norte y la calle Juan N. Álvarez se encontraban privados de la vida dos cuerpos del sexo masculino por impactos de arma de fuego.”

Martínez Crespo y 11 de sus subordinados aseguraron ante la PGR que sí pasaron por ese lugar a la hora señalada por el testigo, pero que no se bajaron de sus unidades y se siguieron de frente. Sin embargo, el soldado de infantería Uri Yashiel Reyes Lasos contó que varios soldados sí descendieron de sus vehículos:

“Al pasar por el Periférico nos dimos cuenta de que se encontraban dos autobuses obstruyendo el paso vehicular, también me percaté de que por la parte de enfrente de los autobuses se encontraban dos cuerpos bocabajo de dos personas, al parecer sin vida, quedándose una camioneta a verificar el lugar y los cuerpos.”

Según el testigo entrevistado, habría sido en ese momento cuando los militares vejaron a los estudiantes. Por su parte, el Subteniente Pirita Ochoa confesó que observaron a los autobuses que se encontraban con los vidrios rotos por impactos de balas […] Asimismo observamos dos cuerpos sobre el asfalto, al parecer sin vida, y diversos vehículos con impactos de bala, recibiendo la instrucción del capitán segundo de infantería, José Martínez Crespo, de retirarnos del lugar sin realizar anotación alguna o preguntar qué es lo que había acontecido.

Por otro lado, el Ministerio Público interrogó al soldado de infantería Óscar Cruz Román sobre el hallazgo de los dos normalistas en esa esquina: “Que diga el compareciente por qué al momento de pasar donde se encontraban los dos cuerpos no se detuvieron a dar auxilio o seguridad perimetral”, le preguntaron. “Desconozco, las órdenes las da mi jefe inmediato, el comandante Pirita”, respondió.

1 La entrevista con el testigo se hizo bajo la condición de que se reservara su identidad, anotó la autora.

(Tomado de La verdadera noche de Iguala, Anabel Hernández, págs. 289-291.)

Este artículo forma parte de El Socialista No. 410

Septiembre 2022.