Declaración del Comité por el Reagrupamiento Internacional Revolucionario (CRIR)
Parece que ha pasado mucho tiempo, aunque sólo han transcurrido ocho meses desde el 7 de octubre de 2023, cuando los milicianos de HAMAS se apoderaron de más de dos centenares de colonos israelies y Netanyahu lanzó su guerra contra la población civil palestina.
En el tiempo transcurrido, la situación del gobierno de Netanyahu ha cambiado radicalmente. La maquinaria propagandística utilizada por los poderosos para presentar a Israel como víctima de los “bárbaros” palestinos ha durado todo lo que puede durar una mentira semejante. Al principio, las voces de protesta eran débiles y, en muchos casos, ambiguas. Sin embargo, las retransmisiones en directo de imágenes de genocidio inclinaron rápidamente la balanza y el mundo entero empezó a manifestarse en nombre de los oprimidos.
Las calles de las principales ciudades del mundo están llenas de banderas palestinas y eslóganes contra la ocupación y por el fin del genocidio. Artistas, intelectuales, deportistas y diversas personalidades se manifiestan hoy contra la masacre, arrojando luz sobre un crimen que nadie podía ignorar.
En los últimos meses, los propios aliados de Israel han empezado a darse cuenta de que seguir de la mano del gobierno sionista podría hacerles caer con él. La decisión de la Corte Penal Internacional de La Haya de acceder a la petición del gobierno sudafricano de denunciar las “prácticas genocidas” del estado de Israel es histórica, independientemente de su limitado alcance. A ello se añade la reciente petición del fiscal Karim Khan para que los jueces del tribunal ordenen la detención del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y del ministro de defensa, Yoav Gallant.
Hace unos días, tres países europeos: Irlanda, España y Noruega, reconocieron oficialmente el Estado palestino. En Noruega, los habitantes de Oslo salieron a la calle para celebrar esta medida. En América Latina, Colombia rompió relaciones con el gobierno de Netanyahu, mientras que Brasil retiró a su embajador de Tel Aviv.
El gobierno estadounidense, aliado incondicional e histórico de Israel, presionado en gran medida por las enormes manifestaciones en su territorio (por ejemplo, en los campus de importantes universidades), está empezando a presionar a su aliado Netanyahu, ya que no está dispuesto a enfrentarse a otra derrota, como ocurrió con Vietnam. En los últimos días, EE. UU. ha ofrecido un acuerdo de paz que Netanyahu rechaza. Esto ha generado fricciones entre el presidente israelí, Isaac Herzog, y Netanyahu.
Además de los siguientes frentes de guerra activos que siguen existiendo: los Houthis en Yemen, que siguen amenazando los intereses económicos, no sólo de Israel, sino de todo Occidente; y las escaramuzas con Hezbolá, en el norte, que han obligado a evacuar a cien mil israelíes de la frontera con Líbano; y, además, la amenaza latente de Irán; existen problemas internos en Israel. Cada vez son más las voces que piden el fin de la guerra, negociar la liberación de los rehenes y la convocatoria elecciones anticipadas. Se están produciendo numerosas manifestaciones en Tel Aviv, Haifa y Jerusalén. Los manifestantes ya no pueden ser silenciados por el aparato represivo de Netanyahu y Ben Gvir, ministro de Seguridad Nacional.
Sin embargo, a pesar de este aparente aislamiento, las tropas racistas-colonialistas del carnicero sionista siguen asesinando a civiles. Tras destruir casi toda la Franja de Gaza, matando a 35.000 inocentes, los bombardeos se centran hoy en Rafah, en la frontera sur de Israel, que representa el único refugio para los palestinos que intentan huir de la masacre.
El gobierno de Netanyahu ha llevado al límite la política del sionismo y pretende completar el actual ciclo de muerte y destrucción lo antes posible. La limpieza étnica, que los defensores de Israel siempre han negado, es ahora visible a los ojos del mundo y avanza sin que las “democracias ejemplares de Occidente” hagan nada para detenerla. Las tibias medidas de algunos gobiernos, así como las de los regímenes árabes capituladores que avalan la masacre, son el resultado de la presión desde abajo.
La clase obrera mundial no puede confiar en las patéticas expresiones de la burguesía internacional que se hace pasar por defensora de los derechos humanos mientras consiente décadas de exterminio. Debemos extender la solidaridad hacia el pueblo palestino movilizándonos en las calles para denunciar y organizar un boicot activo a las empresas e instituciones sionistas que financian el genocidio. Sólo así podremos allanar el camino hacia una Palestina verdaderamente libre, del río al mar. Sólo cuando allí exista un Estado laico, democrático y no racista formado por árabes y judíos, con el fin del Estado sionista de Israel, habrá alguna posibilidad de trabajar por una paz verdadera en la región.
¡Redoblemos la campaña de boicot a Israel, los gobiernos y empresas que lo financian!
¡Por el retorno a sus hogares de los refugiados palestinos!
¡Fin de la ocupación y el apartheid sionistas de Gaza y Cisjordania!
¡Por una Palestina laica, democrática y no racista!
Comité por el Reagrupamiento Internacional Revolucionario (CRIR)
Partido Socialismo y Libertad – Argentina
Movimento Revolucionário Socialista – Brasil
Freedom Socialist Party – Estados Unidos y Australia
Partido Obrero Socialista – México