Este artículo fue publicado originalmente en la Revista CORREO Internacional en AGOSTO 1990 AÑO 7/N 49 se publicó en el 50 aniversario de asesinato, la publicación fue titulada como: A 50 años del asesinato TROTSKY VIVE
El tiempo que siguió a la Revolución Rusa fue difícil. El país había pasado casi cuatro años interviniendo en la Primera Guerra Mundial. Llegó la revolución y luego siguieron casi cuatro años más de guerra civil. No sólo fueron diezmadas las fábricas y las frágiles reserves naturales sino, también, los mejores cuadros bolcheviques y la van guardia del movimiento obrero.
Lenin solía quejarse: “La dictadura del proletariado significa que nunca como hasta hoy el proletariado se ha encontrado en una situación tan terrible”
En esta situación, en 1922, durante el XI Congreso del Partido Bolchevique, Stalin es nombrado Secretario General del Comité Central. Lenin no mostraba todavía ningún síntoma de enfermedad y aceptó dicho nombramiento, según Trotsky, porque no confería ningún título especial, sino que era una autoridad meramente administrativa. Se trataba de un puesto técnico, ejecutivo, subordinado al Comité Central y al Buró Político.
Pero Lenin enferma y sólo a fines de julio comienza a reponerse. Al recobrar el habla y otros movimientos reasume sus funciones el 2 de octubre de 1922. Mientras tanto, el nuevo Secretario, sin ningún miramiento, había metido manos en el gobierno y la dirección del Partido de Georgia.
El Comité Central del Partido Georgiano, defendiendo su autonomía, apeló a Lenin contra la injerencia y los malos procedimientos de Stalin.
Lenin contra la burocracia
Lenin, sintiéndose enfermo, redacta un documento confidencial, que después será conocido como su “testamento”. Allí expresa meditados juicios sobre sus colaboradores. Teme una división del Partido por lo tensa de las relaciones entre Stalin y Trotsky y señala: “E! camarada Stalin, al convertirse en Secretario General, ha concentrado en sus manos un un menso poder y no estoy convencido de que siempre lo use con la necesaria prudencia”. El 4 de enero de 1923 Lenin ya está al tanto de los graves problemas que han surgido con las nacionalidades y añade entonces un post scriptum: “Stalin es excesivamente brutal y este defecto plenamente soportable en las relaciones entre comunistas, se hace intolerable en la función de Secretario General… Invito a los camaradas para que reflexionen sobre el medio de relevar a Stalin en ese puesto, reemplazándolo por un hombre que, en todos sus aspectos, se distinga de Stalin por la superioridad, es decir que sea más paciente, más leal, más cortés, más atento hacia los camaradas, menos caprichoso, etc…”
Lenin está horrorizado de los métodos burocráticos utilizados por Stalin y su camarilla. “¡Hasta qué punto hemos caído!”, dice. Y reprocha a Dzherzhinski y a Orjonikidzé el haberse convertido en nacionalistas rusos al no comprender en absoluto cuáles son las soluciones socialistas del problema nacional, el atentar contra la solidaridad proletaria… Y pide un castigo ejemplar (exclusión del partido por dos años). Hay “que hacer responsables de esta campaña de nacionalismo gran-ruso a Stalin y Dzherzhinski”.
A partir de aquí Lenin escribe repetidas veces a Trotsky sobre el mismo tema y lo encarga de planear ante el XII Congreso del Partido la grave cuestión de las nacionalidades. En una de esas comunicaciones le decía: “Deseo mucho pedirle a Ud. que tome el caso Georgiano en el Comité Central de Partido” y agregaba que él no podía confiar ni en la imparcialidad de Stalin ni en la de Dzherzhinski. “Al contrario, si usted pudiera tomar la defensa, yo podría descansar.”
Poco tiempo después, antes de la recaída de Lenin se produjo una nueva conversación entre Lenin y Trotsky: “Nuestra burocracia es algo monstruoso”, dice Lenin. “Me he sentido espantado cuando reanudé el trabajo.” La conversación derivó hacia la necesidad de “sacudir” el aparato burocrático y Trotsky estimó necesario combatir no sólo la burocratización del Estado, sino también la del Partido, comenzando por el Buró de Organización del Comité Central. “Pues bien-dijo Lenin-, me ofrezco a constituir un bloque contra la burocracia en general y contra el Buró de Organización en particular. Dicho Buró era uno de los puntos de apoyo de Stalin.
Lenin muere el 21 de enero de 1924. A partir de entonces, es Trotsky quien lleva adelante la lucha contra la burocracia stalinista. Denuncia los peligros que representa para el Estado obrero, el Partido y la Internacional, elabora una política para enfrentarla y plasma esa política en organismos militantes.
Comienza la resistencia
El 8 de octubre de 1923, Trotsky dirigió al Comité Central del Partido Bolchevique una carta en la que denunciaba el régimen fundamentalmente anormal y mal sano que reina en el Partido y la insatisfacción de obreros y campesinos ante la grave situación económica, producto no sólo de las dificultades objetivas sino también de los drásticos errores de la política económica.
Una semana después, cuarenta y seis miembros del Comité Central presentaron una carta que será su “Plataforma”, en la que trazaron un panorama crudo de la situación que enfrentaba la República Soviética y denunciaron los “errores de la dirección, que paraliza y divide al partito”, exigieron como primer paso para salir de la crisis económica, política y partidaria, el llamado a una conferencia del Comité Central con los militantes más destacados y activos del partido, entre ellos, los que disienten de las posiciones de la mayoría del CC.
“De no tomar medidas drásticas decía la Plataforma, la dictadura proletaria rusa y su partido entrarán en la etapa inminente de nuevas luchas en todo el mundo sin otra perspectiva que la derrota en todos los frentes de la lucha proletaria”.
La discusión profunda y democrática que reclamaban “los cuarenta y seis” sobre los graves problemas económicos que aquejaban a la nación, el régimen partidario y las perspectivas revolucionarias en Europa no se produjo. Por el contrario, la emergente burocracia stalinista dispuso impedirla por métodos policiales.
Así describió Trotsky el clima político en que comenzó su lucha contra la burocracia en 1923, año que calificó de decisivo en la historia de la Unión Soviética, el Partido y la Internacional: “Debido al desarrollo de nuevas capas de explotadores en la Unión Soviética como consecuencia de la NEP, y al agotamiento general de la clase obrera después de los tremendos esfuerzos y el fervor de los años de revolución y guerra civil, la burocracia del partido y del aparato estatal, que había adquirido gran fuerza pudo elevarse con rapidez creciente como fuerza social independiente y árbitro entre las clases. Sin embargo, la burocracia sólo podía conquistar el poder político por medio de la lucha contra la vanguardia proletaria, contra la democracia proletaria en el partido y los soviets. Este es el contenido de la lucha entre el stalinismo y el trotskismo, que se inició en 1923.” (Evolución de la Comintern, Conferencia pro-Cuarta Internacional de 1936, en “Documents of the Fourth International”)
La burocracia hunde la revolución alemana
1923 fue el año de la gran revolución alemana, que hubiera podido cambiar toda la situación y sacar a la Unión Soviética de su aislamiento. Para ello, se requería una dirección revolucionaria que estuviera dispuesta a encarar la lucha por el poder. Nuevamente, escuchemos a Trotsky: “Había colosales huelgas de masas. Las comisiones de delegados de fábrica eran el centro de atracción de las masas revolucionarias. Los obreros se organizaban en piquetes y empezaban a armarse. En varios sindicatos grandes, los comunistas eran mayoritarios. La socialdemocracia estaba sumida en la confusión, y la burguesía dividida. El movimiento de masas había llegado al punto crítico en que requería el más alto grado de resolución e iniciativa práctica por parte de la dirección revolucionaria para llevar la movilización a la victoria. Pero la dirección del Partido Comunista demostró que era incapaz de cumplir su tarea histórica: era apenas una dirección socialdemócrata con un barniz comunista. Se aferró al frente con la socialdemocracia, incapaz de comprender que el concepto de Frente Único es “dar un paso atrás para mejor tomar impulso”, ni que en determinado momento la lucha para ganar a las masas sólo se puede realizar mediante la lucha directa por el poder. La dirección de la Internacional Comunista, que ya había mostrado señales de degeneración burocrática, también fue incapaz de indicar al PC alemán el camino justo. Cuando la burguesía alemana recuperó sus fuerzas, proclamó el estado de sitio y tomó la ofensiva, el PC capituló sin luchar. La consecuencia de ello fue una grave derrota del proletariado alemán y europeo, mientras que el capitalismo europeo pudo volver a estabilizarse.”
La burocracia stalinista, lejos de extraer las lecciones de la derrota alemana, proclamó que el único “culpable” era la dirección del Partido Comunista Alemán, a la que convirtió en chivo emisario de sus propios errores.
El “socialismo en un solo país”
Más grave, para el futuro de la dirección internacional del proletariado, fue que Stalin empezó a desarrollar su teoría del “socialismo en un solo país”:
“La teoría del socialismo en un solo país -escribe Trotsky en el documento que estamos citando-, presentada en el otoño de 1924 por Stalin, el jefe de la burocracia, en flagrante contradicción con la teoría y la práctica del marxismo-leninismo, fue para las nuevas capas sociales (burócratas, campesinos ricos, tecnócratas) la expresión ideológica de sus mezquinos intereses nacionales. Se proclamó que el portaestandarte del socialismo no era el proletariado internacional sino la burocracia. La Internacional Comunista, creada para servir de instrumento de la revolución mundial, se convirtió en la herramienta de los intereses nacionales de la burocracia soviética.”
La concepción de Stalin era, en síntesis, que las riquezas naturales permiten que la URSS construya el socialismo en sus fronteras geográficas. En realidad, la nueva teoría trataba de imponer a la conciencia de los trabajadores un sistema de ideas más concreto: la revolución ha terminado definitivamente; las contradicciones sociales tendrán que atenuarse progresivamente; el campesino rico será asimilado poco a poco por el socialismo, el conjunto de la evolución, independientemente de los acontecimientos exteriores, seguirá siendo regular y pacífico.
La teoría del socialismo en un solo país era la justificación lisa y Ilana de lo que después será otro de los caballitos preferidos de Stalin: la coexistencia pacífica, la colaboración con la burguesía y el imperialismo a escala mundial. Es decir, “socialismo” en un país y capitalismo en el resto del mundo.
Bujarin se convertirá en el técnico de esta posición de Stalin. Él proclamó que las “diferencias de clase en nuestro país o la técnica atrasada no nos conducirán al fracaso; podemos construir el socialismo en este terreno de miseria técnica; su crecimiento será muy lento, avanzaremos a paso de tortuga, pero construiremos el socialismo y lo terminaremos…”
Detrás de esta “teoría” derrotista, aislacionista y capituladora se escondía como muy bien lo denunciaba Trotsky, el pacifismo de una burocracia inepta, que echaba por la borda todas las enseñanzas de Lenin y se refugiaba en el nacionalismo más estrecho, creando la utopía reaccionaria de que se podía construir e socialismo a partir de un solo país.
Pero esta “teoría” tenía sus consecuencias prácticas. Apoyándose en ella se inició una lucha despiadada contra Trotsky y sus seguidores. Esta “teoría” fue la cobertura para denunciar que Trotsky estaba en contra de los campesinos pobres, que estaba en contra de la edificación del socialismo, con su aventurerismo industrialista. Esta teoría se puso al servicio del acuerdo con el dictador chino Chiang Kai Shek para aplastar la revolución en ese país asiático. Esta teoría se puso al servicio de los burócratas ingleses para derrotar la gran huelga de los trabajadores británicos en 1925-26. Esta teoría, en una palabra, fue la cobertura para tirar por la borda toda la tradición revolucionaria del marxismo y del leninismo. De aquí que Stalin y sus epígonos se lanzaran contra la teoría de la Revolución Permanente, y sus sostenedores, proceso en el que estuve en juego la vida y la muerte de la revolución. Al mismo tiempo que avanzaba contra la concepción y el programa revolucionario, la burocracia buscaba eliminar de los puestos de conducción en el Estado y el partido a sus opositores. El 2 de enero de 1925 el Buró Político releva a Trotsky de sus funciones de presidente del Consejo Superior de Guerra y de Comisario del Pueblo del Ejército y la Marina.
La Oposición de Izquierda
Desde sus comienzos, la Revolución Rusa había proclamado su carácter internacionalista. Tanto Lenin como Trotsky sostenían que el Estado obrero soviético carecía de las premisas materiales -sobre todo, una industria altamente desarrollada para sobrevivir sin la ayuda de la revolución en los países capitalistas avanzados.
En 1923, existía la perspectiva de una revolución en Alemania, uno de los países capitalistas más avanzados. Esa revolución se produjo, pero fue derrotada, como hemos visto, no por falta de condiciones objetivas sino debido a los errores tanto de la dirección stalinista que controlaba la Tercera Internacional como la del Partido Comunista Alemán. Con ello, quedó eliminada la posibilidad de una solución internacional a la crisis del Estado soviético y su Partido.
Víctor Serge, en su libro “Vida y muerte de León Trotsky”, describe así la atmósfera de estos años:
“En la cúspide, el Secretario General seleccionaba a los Secretarios Regionales. Con sólo proponer y obtener una multitud de nombramientos, lograba llenar los comités con clientes suyos, la mayoría de los cuales eran hombres que todo le debían. A su vez, estos Secretarios Regionales nombraban a otros, quienes a su vez, etc… Antes de existir la palabra, ya se había ‘stalinizado’ el aparato del Partido.”
En 1925, al reunirse en Moscú el XIV Congreso del Partido, más burocráticamente preparado que cualquier otro, todas las delegaciones fueron designadas por los Secretarios que dependían del Secretario General. Stalin había logrado consolidarse dentro del aparato. Derrotado Trotsky, aquél preparó entonces la defenestración de Zinóviev y Kámenev. Este XV Congreso será el comienzo. De nada valieron los reclamos de ambos. La multitud del congreso terminó atronando: ¡Stalin!, ¡Stalin!
Kámenev fue relevado de sus funciones de Presidente del Soviet de Moscú y Zinóviev, cuya organización en Leningrado también había sido quebrada, es “renunciado” de la dirección de la III Internacional.
Esta situación los acercó a Trotsky. La Oposición de Leningrado propone una alianza, incluso una fusión, con la Oposición de 1923, reconociendo que, sobre los problemas de la burocratización del Partido, del aplastamiento de la democracia interna y de la necesidad de un verdadero nuevo curso, Trotsky tenía razón en 1923.
Como consecuencia de esta fusión se elaborarán respuestas programáticas tendientes a resolver los numerosos problemas económicos y sociales que sacudían a la URSS. La Nueva Oposición preveía un conflicto entre los campesinos pobres y los campesinos enriquecidos (alentados por la política de Stalin-Bujarin que se expresaba en la consigna de: ¡Campesinos enriqueceos!); veía el peligroso estancamiento de la industria, las dificultades en el aprovisionamiento de las ciudades y del ejército; la crisis monetaria; la formación de una burguesía contrarrevolucionaria la continuada degeneración burocrática del Estado y del Partido y la corrupción y capitulación final de la burocracia. Frente a ello la Oposición plantea la: Condonación de todos los impuestos a los campesinos pobres (que eran el 50%); aumento de los impuestos a los campesinos ricos. Respecto de la clase obrera, revisión de la política salarial, retorno a la democracia sindical, es decir, restablecimiento y acrecentamiento de los derechos formales del obrero. Para los consumidores: medidas contra la especulación y los beneficios ilícitos del comercio privado. Con relación a la producción en su conjunto: establecimiento de planes quinquenales escalonados, con el fin de obtener una rápida industrialización del país.
Condición para que el Partido y el Estado pudieran cumplir sus nuevas tareas: devolver a los militantes la iniciativa, la palabra, el derecho de crítica y de efectuar proposiciones; renovar el entusiasmo, sacudir la torpeza y la esclerosis del régimen burocrático.
Este era el programa de la Nueva Oposición, expuesto en multitud de documentos, especialmente en la “Declaración de los ochenta y tres viejos bolcheviques”, e inmediatamente firmada por tres mil miembros del Partido y en la Plataforma de 1927, que recogió unas diez mil firmas.
La Revolución China logró, en 1925, reanimar el entusiasmo de amplios sectores de vanguardia en la URSS, pero la política de Stalin de apoyo incondicional a Chiang Kai Shek va a terminar en un desastre político y en una masacre generalizada de los militantes comunistas chinos en 1927.
Stalin ordena a los comunistas de Shanghái que entreguen o escondan sus armas y manifiesta tener absoluta confianza en Chiang Kai-Shek. Los obreros artesanos de Shanghái le obedecen y la tragedia estalla.
En marzo de 1927 Stalin pronuncia un discurso en Moscú diciendo de Chiang-Kai-Shek “Lo tenemos agarrado; lo utilizaremos y después lo arrojaremos como un limón exprimido…” Esa misma noche llega la noticia de que Chiang-Kai-Shek ha procedido a desarmar a los sindicatos de Shanghái por la fuerza y que ha masacrado a los comunistas.
Esta derrota descorazona a las masas, refuerza la inercia y fortalece a la burocracia. A fines de octubre de 1927, Zinóviev, Kámenev y Trotsky fueron excluidos del Comité Central. El 15 de noviembre de 1927 fue publicada la expulsión del Partido de Trotsky y Zinóviev. Al día siguiente el amigo de Trotsky, Adolfo Loffe, se disparaba un tiro en la cabeza.
El 15 de enero de 1928 Trotsky es deportado a Alma Ata. La Oposición de Izquierda es prácticamente disuelta. Kámenev y Zinóviev se autocritican para poder ser reaceptados dentro del Partido y la mayoría de los compañeros termina en las prisiones. Se inicia una nueva etapa en la vida de Trotsky, la del exilio y la deportación, pero seguirá su lucha contra la corriente.
El giro ultraizquierdista de Stalin
Stalin hizo todo lo posible para terminar de liquidar a la Oposición de Izquierda. Su carta de triunfo fue un “viraje a la izquierda” de 180 grados que dio en 1928.
Asustado por el creciente peso económico y político que tomaban los kulaks (Chacareros ricos) -que les permitía chantajear y sacar crecientes concesiones al Estado soviético-, Stalin pasó del “campesinos enriqueceos” a la expropiación y “colectivización forzosa” y a la deportación de diez millones de campesinos. Y de la posición de construir el socialismo “a paso de tortuga”, ahora se pasó a “la industrialización a marcha acelerada”.
Muchos militantes de la Oposición de Izquierda consideraron este viraje de Stalin como una aceptación del programa adelantado por Trotsky. En julio de 1929, Rádek, Preobrashenski y Smilgá encabezaron una oleada de capitulaciones. Y en octubre, otro importante grupo encabezado por Smirnov siguió el mismo camino.
En cambio, Cristian Rakovski, desde la prisión, dirigió la resistencia a este proceso. Trotsky escribió docenas de cartas y artículos explicando el porqué del viraje de Stalin, sosteniendo la moral política y la acción consecuente y tenaz de los oposicionistas como Rakovski. Su réplica a los documentos del VI Congreso de la Internacional fueron parte de esa batalla.
Una vez más Trotsky demostrará que ni el análisis de la situación a escala nacional e internacional, ni la política ni el programa adoptados en ese Congreso, tienen nada da que ver con el leninismo, ni con las experiencias de la Revolución de Octubre, ni con la orientación de los cuatro primeros congresos de la Internacional Comunista.
Partido Obrero Socialista