No pasan de moda la literatura policial y las sagas en la televisión y en las llamadas plataformas sobre homicidas psicópatas. Los asesinos seriales desarrollan un modus operandi para cometer sus crímenes, es decir, una serie de patrones, de maneras de matar que repiten y por medio de las cuales pueden ser identificados.
El Ejército mexicano, su vástago la PF y otras policías en su largo actuar represivo ha desarrollado ciertos comportamientos que repiten y que terminan por caracterizarlos. Lo anterior también tiene que ver con las herramientas de que son dotados por sus superiores. Esto pudo verse en Iguala el 26 de septiembre de 2014.
A estos represores les fascina rafaguear y desatar lluvias de balas contra sus víctimas, lo que hicieron contra los estudiantes de Ayotzinapa el 11 de diciembre de 2011 en la carretera de Chilpancingo. Y en Iguala. En el primer caso dirigieron las balas de sus fusiles en lapsos de entre 10 a 20 minutos contra estudiantes que se habían refugiado en siete autobuses. Eran 91 policías con armas de fuego.
Portaban armas largas tipo Bushmaster, G-3 y Panther, así como pistolas 9 mm y Beretta. De la Policía Ministerial, 26 portaban armas Colt tipo, AR-15, calibre.223. Seis policías adscritos a la Policía Estatal portaban armas largas, tipo G-3 y Colt AR-15, calibre .223.
El G-3, el AR-15 y el Bushmaster son fusiles de asalto. El primero “tiene una cadencia de fuego de 600 disparos por minuto. Es un arma muy precisa, al acoplarle una mira telescópica se convierte en un fusil de tirador selecto”, según Wikipedia, que sobre los AR-15 informa que ocasionaron “grandes heridas” en la guerra de Vietnam. “Estas heridas eran tan devastadoras”, que la publicación de las fotografías estuvo prohibida “hasta la década de 1980.” Una carabina Bushmaster fue empleada en la matanza de la Escuela Primaria de Sandy Hook, en Connecticut, en 2012. Hubo 26 víctimas. A partir de ello, el estado de Nueva York prohibió esta arma.
Con este tipo de artefactos fueron atacados los estudiantes normalistas en ambos eventos represivos. Dispararon cientos de balas. A los que perpetraron los crímenes les debe fascinar aterrorizar a jóvenes desarmados y entre los más pobres del país.
Por otra parte, aparecieron en Iguala camionetas SUV que transportaban a personas jóvenes, atléticas, con pelo corto y apariencia militar. Iban vestidos de negro. Mucha gente los vio y en los distintos lugares en los que se cometieron los ataques. Fueron ellos los que dispararon contra la improvisada conferencia de prensa que los normalistas ofrecieron junto con maestros de la CETEG y en la que fueron asesinados dos normalistas.
Con camionetas SUV parecidas a éstas fueron desaparecidos Eva Alarcón y Marcial Bautista, líderes de la Organización de Campesinos Ecologistas de la Sierra de Petatlán y de Coyuca de Benítez. Eva y marcial viajaban el 7 de diciembre de 2011en un autobús Futura hacia la Ciudad de México, que fue detenido por un convoy de militares que preguntó por Bautista. Ningún pasajero contestó. Poco después, un segundo convoy de camionetas de lujo que iba escoltado por dos patrullas de la policía del estado instaló un retén, “en una acción de protección de los sicarios que vestían con trajes militares y portaban armas de grueso calibre”, de acuerdo con el reportero de El Sur, Rosendo Betancourt. “Al parar el autobús subieron hombres que obligaron a bajar a Marcial Bautista. En ese momento, Eva Alarcón, que estaba sentada en la parte trasera, en un intento de evitar la detención de su compañero, dijo que ella también se bajaría del autobús y así lo hizo.”
El Ejército también gusta de aparecer como tal, con sus uniformes y vehículos, luego de un gran acontecimiento represivo. Así hizo en Chilpancingo en 2011 y en Iguala en 2014. Ya que todo terminó se hacen presentes, tal vez para supervisar que todo haya salido bien.
Este artículo pertenece a El Socialista No. 410 Septiembre 2022.