Este artículo fue publicado originalmente en la Revista CORREO Internacional en AGOSTO 1990 AÑO 7/N 49 se publicó en el 50 aniversario de asesinato, la publicación fue titulada como: A 50 años del asesinato TROTSKY VIVE
Desde su expulsión de la URSS, Trotsky inicia un trabajo para armar a la vanguardia revolucionaria con las enseñanzas de Lenin. En todos los países los revolucionarios luchaban contra la corriente. En esas condiciones adversas, la insistencia de Trotsky tuvo éxito: pronto habría de nacer la Oposición de Izquierda Internacional.
En marzo de 1929, Trotsky aconsejó:
“No se puede unificar a la Oposición con sermones abstractos sobre la unidad ni con combinaciones meramente organizativas. Hay que preparar teórica y políticamente la unidad. En este proceso debe quedar claro cuáles son los grupos y elementos que se ubican en un terreno común y cuáles se enrolan en la Oposición como resultado de algún malentendido.
El Programa es, mejor dicho, debe ser, el criterio más importante. Este criterio será más preciso en la medida en que cada grupo, independientemente de las fuerzas con que cuenta en la actualidad, sea capaz de sacar conclusiones políticas justas de las luchas actuales. Me refiero en primer término al Programa nacional. Porque si la Oposición no interviene constantemente en la vida del proletariado y en la vida del país, se convertirá inexorablemente en una secta estéril. Sin embargo, es necesario elaborar al mismo tiempo un Programa internacional de la Oposición, que sirva de puente hacia un futuro Programa de la Internacional Comunista. Porque resulta absolutamente evidente que la Internacional Comunista regenerada necesitará un programa nuevo. Sólo la Oposición puede elaborarlo. Hay que emprender esta tarea ahora mismo.” (Las Tareas de la Oposición, Escritos, Tomo I, Vol. 2., Ed. Pluma, Bogotá.)
La nueva corriente se reúne en París
En París el 6 de abril de 1930 se realizaba en la conferencia preliminar de la Oposición de Izquierda Internacional. Allí estuvieron presentes delegaciones de grupos y ligas de Estados Unidos, Francia, Alemania, Bélgica, Checoslovaquia, Hungría. Los delegados de Rusia y Austria no pudieron llegar por razones policiales. Los grupos de China, México y Argentina no participaron por razones de distancia, pero compartían las posiciones y objetivos de la reunión.
El Boletín de Oposición Nº 11 de mayo de 1930, titulado: “Un gran avance”. considera al encuentro como una conferencia preliminar. Los propios delegados en un telegrama dirigido a Trotsky la definieron “primera reunión internacional de la Oposición de Izquierda. Uno de los objetivos de la misma fue preparar una nueva conferencia internacional plenaria, que actúe en base a resoluciones difundidas y discutidas de antemano”.
Los “once puntos”
La nueva conferencia se realizó en 1933. Ella fue la que aprobó las tesis conocidas como “once puntos”, con los cuales la Oposición de Izquierda enfrentó al stalinismo, cuyo oportunismo burocrático nacionalista lo llevaba a pactar siempre con Partidos ajenos al proletariado.
Los puntos incluyeron la independencia, siempre y en todas circunstancias, del Partido proletario; el reconocimiento del carácter internacional, por lo tanto permanente, de la revolución proletaria, rechazando “el socialismo en un solo país”: el repudio a la política económica de la fracción stalinista: el reconocimiento de la necesidad de volver a la política económica realista del leninismo; el repudio a la colaboración de clases con la burguesía y de la teoría antimarxista del “devenir” pacífico de la dictadura democrática en socialista; y el reconocimiento de la democracia partidaria, no sólo de palabra sino de hecho, repudiando al régimen stalinista que cerraba el acceso a la información de la base.
Trotsky comentó del siguiente modo este Programa: “La conferencia no aprobó un Programa acabado, pero sí las tesis principales que dan las directivas para un Programa… La elaboración de un Programa sigue siendo para los bolcheviques leninistas una tarea de gran envergadura y responsabilidad. Ello dependerá en gran medida del trabajo colectivo. Pero las dificultades que se plantean son principalmente de carácter teórico y técnico literario. La orientación política del Programa ya está determinada… La Oposición de Izquierda Internacional ya se encuentra suficientemente armada, con documentos que reemplazan al Programa, para las tareas inmediatas de la revolución proletaria.” (Un gran éxito, Escritos, Tomo IV, Vol. 1)
Reencauzar la Internacional y los partidos comunistas
Trotsky destacó que la Oposición de Izquierda Internacional y sus secciones nacionales:
“Se consideran fracciones de la Internacional Comunista y de los Partidos comunistas nacionales. Esto significa que la Oposición de Izquierda no acepta el régimen organizativo creado por la burocracia stalinista como algo definitivo. Por el contrario, su objetivo consiste en arrancar la bandera del bolchevismo de las manos de la burocracia usurpadora y reencauzar la Internacional Comunista hacia los principios de Marx y Lenin.” (Tareas y Métodos de la Oposición de Izquierda Internacional, dic. 1932, Escritos, Tomo IV, Vol. 1)
En los hechos, a los trotskistas les fue imposible militar en los Partidos comunistas, donde la alternativa era someterse por completo a los dictados de la dirección stalinista o ser expulsados. Ante esa realidad, debieron organizarse en Partidos y grupos propios, aunque seguían reivindicándose “fracción de la Internacional Comunista”, con el objetivo de “ganar al núcleo proletario de los partidos oficiales para re construirlos sobre cimientos marxistas”.
Sólo una “inmensa catástrofe histórica”, dijo Trotsky podía provocar la muerte de la Tercera Internacional y plantear la necesidad de construir Partidos nuevos. Esa catástrofe estaba en ciernes, y se produjo poco después.
El 30 de enero de 1933, Hitler fue designado canciller de Alemania, y en marzo de ese año asumió poderes dictatoriales.
El triunfo de Hitler
La subida del nazismo en Alemania fue la “catástrofe” que obligó a Trotsky a revertir su posición de permanecer en los Partidos y en la Internacional Comunista.
Lo más grave para Trotsky fue que el poderoso proletariado alemán, engañado y desmovilizado por los dirigentes de sus Partidos, cayó aplastado sin resistencia. El triunfo de Hitler, en enero de 1933, fue posibilitado por la suicida política ultraizquierdista del Partido Comunista Alemán que, siguiendo las órdenes de Moscú, se opuso a hacer un frente obrero con la socialdemocracia para enfrentar al nazismo. Esta era la política sostenida por el trotskismo.
En marzo, Trotsky llamó a la Oposición de Izquierda a reconocer que el Partido Comunista Alemán estaba liquidado como fuerza revolucionaria y a comenzar a trabajar en ese país para formar un nuevo Partido.
Pero, evidentemente, el problema no se reducía a Alemania. A mediados de julio, Trotsky escribe su célebre artículo Es imposible permanecer en la misma Internacional con Stalin, Manuilsky, Lozovsky y Cía.
Por una nueva Internacional
En dicho artículo, afirma:
“Es hora de romper con esa caricatura moscovita de Internacional. Es imposible responsabilizarse políticamente, ni aun en lo más mínimo por los stalinistas. Fuimos muy prudentes y pacientes respecto de la Internacional, pero hay límites para todo. Ahora que Hitler se encaramó al poder ante el mundo entero, sostenido de un lado por Wels y del otro por Stalin; ahora que, a pesar de la catástrofe, la Internacional declaró que su política es infalible, ninguna persona razonable puede albergar esperanzas de ‘reformar’ a esta camarilla (…) “No hay que dejarse engañar por los conceptos generales. La Internacional de conjunto es una abstracción, por no decir una expresión vacía. Su control está en manos de la camarilla stalinista.”
Y agregaba:
“Además, en otro aspecto también se dio un cambio decisivo: el año pasado todavía existía el Partido Comunista Alemán. En medio de la vorágine de los grandes acontecimientos, todavía debía rendir cuentas ante las masas trabajadoras. Teníamos derecho a suponer, hasta que llegara la hora de la verdad, que el desarrollo de la lucha de masas haría cambiar completamente no sólo al Comité Central de Thaelmann sino también el presídium de Stalin-Manuilsky. Pero no fue así.”
En cuanto al Programa Trotsky decía:
“Construiremos nuestro Programa sobre las bases establecidas por los cuatro primeros congresos; constituyen un fundamento marxista irreprochable, nuestro fundamento. Sólo la Oposición de Izquierda tradujo al lenguaje del marxismo las lecciones de los últimos diez años. Nuestro pre-congreso internacional, resumió en sus once puntos esas lecciones”.
Y en lo que respecta al Partido dentro de la URSS:
“Durante mucho tiempo supusimos que podríamos regenerar al propio PCUS y por su intermedio al régimen soviético. Pero el actual Partido oficial se parece mucho menos que hace uno o dos años a un Partido. Hace más de tres años que no se reúne el Congreso partidario, y nadie dice nada al respecto. La camarilla stalinista está liquidando y reconstruyendo su ‘Partido’ como si fuera un batallón disciplinario. Con las purgas y expulsiones se intentó al principio desorganizar el Partido, aterrorizarlo, privarlo de la posibilidad de pensar y actuar, ahora el objetivo de la represión es impedir la reorganización partidaria. Sin embargo, el Partido proletario es indispensable para que el estado soviético siga viviendo. Hay muchos elementos que le son favorables, saldrán a luz y se unificarán en la lucha contra la burocracia stalinista. Hablar ahora de ‘reformar’ el PCUS implica mirar hacia atrás, no hacia adelante, llenarse la cabeza con fórmulas huecas. En la URSS hay que construir de nuevo el Partido Bolchevique.” (Escritos, Tomo V., Vol. 1)
La revolución política
Meses más tarde, Trotsky señaló que, la ruptura con la Internacional Comunista le planteaban a él y a toda su corriente (ahora de nominada Liga Comunista Internacional) el problema de la URSS.
Para él, había habido una contrarrevolución política, pero las bases económicas seguían en pie. En el debate, surgió en el trotskismo una corriente llamada “anti-defensista”, opinando que no había que defender a la URSS de ataques imperialistas porque ella misma se había convertido en otro estado imperialista.
Trotsky y la mayoría de la Liga batallaron duramente contra esa corriente, que terminó abandonando el trotskismo. Para ellos, en cambio, la URSS era un Estado obrero degenerado y había que defenderlo con uñas y dientes de una posible restauración capitalista.
Lo más importante es que en el artículo comentado, Trotsky formula por primera vez el postulado fundamental de la necesidad de hacer una nueva revolución en la URSS para derribar a la burocracia.
Esa revolución que Trotsky llamó política y no social, porque la burguesía ya había sido expropiada es la que hoy estalló con toda su amplitud.
¿Cómo encarar la reorganización del estado soviético? ¿Es posible resolver este objetivo con métodos pacíficos? “Antes que nada tenemos que establecer como axioma inmutable que el único que puede resolver este objetivo es un partido revolucionario. La tarea histórica fundamental es crear en la URSS el Partido revolucionario con los elementos sanos del viejo Partido y con la juventud. Luego veremos bajo qué condiciones se puede lograr
…Luego de las experiencias de los últimos años sería infantil suponer que se puede eliminar a la burocracia stalinista a través de un Congreso del Partido o de los soviets. En realidad, el último congreso del Partido Bolchevique, el duodécimo, tuvo lugar a comienzos de 1923. Todos los posteriores fueron mascaradas burocráticas. Y hoy hasta éstos quedaron descartados. No quedan caminos “constitucionales” normales para remover a la camarilla dominante. Sólo por la fuerza se podrá obligar a la burocracia a dejar el poder en manos de la vanguardia proletaria”. (Escritos, tomo V, Vol. 1)
El Bloque de los Cuatro
Los acontecimientos en Alemania provocaron una conmoción profunda en los Partidos comunistas y socialdemócratas, especialmente de Europa. Surgieron corrientes independientes, la mayoría de ellas centristas, que buscaban la manera de organizarse por fuera de las internacionales Segunda y Tercera. Trotsky vio en este hecho la oportunidad para hacer un frente de organizaciones que coincidieran en reorganizar a la vanguardia del proletariado.
En agosto de 1933, varios de estos Partidos y organizaciones realizaron una Conferencia en parís. Trotsky no pudo asistir a la Conferencia, pero se reunió previamente con dirigentes de diversos Partidos. Con tres de ellos suscribió una declaración escrita por él, “sobre la necesidad y los principios de una nueva Internacional”, para presentarla a las demás organizaciones.
La llamada Declaración de los Cuatro señala en primer término que la crisis mortal del capitalismo imperialista plantea de manera imperiosa la lucha revolucionaria por la conquista del poder, y la dictadura del proletariado como único medio para transformar la sociedad, de capitalista en socialista. Reafirma el carácter internacional de la revolución proletaria, y que el socialismo solo se podrá alcanzar en base a la división internacional del trabajo y la cooperación mundial, por lo que rechaza la teoría del socialismo en un solo país. En los párrafos siguientes se refiere al colapso de la Tercera Internacional y su Partido Alemán, que demostraron su “incapacidad revolucionaria absoluta” en medio de la grave crisis política, económica y social del país. Luego formula su llamamiento:
“La situación del capitalismo mundial, la tremenda crisis que hundió a las masas trabajadoras en una miseria sin precedentes, el movimiento revolucionario de las masas coloniales oprimidas, el peligro mundial del fascismo, la perspectiva de un nuevo ciclo de guerras que amenaza con destruir la cultura de la humanidad: tales son las condiciones que exigen imperiosamente la fusión de la vanguardia proletaria en una nueva (Cuarta) internacional… sobre la base firme de los principios teóricos y estratégicos sentados por Marx y Lenin.”
Y continúa:
“La nueva Internacional no podrá tolerar ninguna conciliación con el reformismo o el centrismo. La necesaria unidad del movimiento obrero no se logrará mezclando las concepciones reformistas con las revolucionarias ni adaptándose a la política stalinista, sino combatiendo la política de ambas internacionales en bancarrota. La nueva internacional inscribirá en su estandarte la defensa del Estado soviético frente al imperialismo y la contrarrevolución interna.’
Finalmente, con respecto al régimen interno, la declaración establece:
“La democracia partidaria es una premisa necesaria para el sano desarrollo de los Partidos proletarios revolucionarios tanto a escala nacional como internacional. No hay Partido verdaderamente revolucionario sin libertad de crítica, sin la elección de los funcionarios desde abajo hacia arriba, sin el control del aparato por la base.
Trotsky atribuyó gran importancia a esta declaración. Consideró que el bloque de los Cuatro, formado por la Oposición de Izquierda, un Partido Alemán y dos organizaciones holandesas era un “núcleo firme para la construcción de una nueva Internacional.”.
Años más tarde, los trotskistas que nos agrupamos en la Liga Internacional de los Trabajadores Cuarta Internacional, creemos que ese intento de Trotsky fue un ejemplo de construir un frente revolucionario. Reivindicamos esa política. Creemos que tiene gran validez actual, ante el posible surgimiento de grupos y corrientes con las que podemos unirnos para impulsar el programa revolucionario y la Internacional.
Sin embargo, en su momento, dentro de la Oposición de Izquierda se alzaron voces contra la posición de Trotsky. Pusieron en tela de juicio la Declaración de los Cuatro por el carácter centrista de las otras organizaciones firmantes. Trotsky les respondía:
“Se entiende que la declaración firmada por las cuatro organizaciones no es nuestro Programa. Pero define claramente el camino de la Cuarta Internacional en base a la lucha irreconciliable con la socialdemocracia (y) la ruptura total con el stalinismo… La Declaración de los Cuatro no da respuesta a todos los problemas estratégicos y en las circunstancias actuales no podía ser de otra manera…” (Éxito o fracaso? (Escritos. T. V., Vol 1)
En otras palabras, aunque no era un programa acabado, la Declaración de los Cuatro constituía para Trotsky la base principista para la conformación de un frente de los que coincidían con la necesidad de construir una nueva dirección revolucionaria, en un momento de derrumbe de las conducciones tradicionales de la éроса.
Por otra parte, Trotsky no desconocía el carácter centrista de sus aliados en el bloque. Pero, contra los sectarios de sus propias filas, que pretendían obtener una “profesión de fe” bolchevique, sostuvo:
“La intransigencia revolucionaria no consiste en exigir que se reconozca a priori nuestro ‘liderazgo’ ni en presentarles continuamente a nuestros aliados ultimatums y amenazas de rupturas. Esos métodos se los dejamos a los burócratas stalinistas y a algunos aliados impacientes. Somos muy conscientes de que más de una vez surgirán desacuerdos entre nosotros.”
Otro argumento esgrimido contra el Bloque de los Cuatro fue que el momento no era “adecuado” para fundar una nueva Internacional porque la contrarrevolución estaba en ascenso y el movimiento obrero en retroceso en todo el mundo. Sus sostenedores recordaron que la Tercera Internacional había sido fundada por Lenin y Trotsky en medio del ascenso y la victoria de la Revolución de Octubre. A ellos, Trotsky respondió:
“El proletariado necesita una Internacional en todas las épocas y bajo todas las condiciones. Si hoy no existe la Internacional, tenemos que decirlo abiertamente y comenzar de inmediato a preparar una nueva Internacional. Por supuesto, cuándo podremos levantaría depende enteramente de la marcha de la lucha de clases, del alza o reflujo del movimiento obrero. Pero aun en las épocas de peor retroceso tenemos que prepararnos para el futuro ascenso orientando correctamente a nuestros cuadros.”
El bloque de los Cuatro se disolvió. Los principales dirigentes de sus partidos, que no tenían una sólida base programática de la Oposición de Izquierda, capitularon a la socialdemocracia o el stalinismo. Sin embargo, significó para Trotsky y la Oposición un medio valioso para hacer conocer sus posiciones y ganar cuadros para la nueva Internacional.
Nace la IV Internacional
A partir de 1933, Trotsky se volcó de lleno a la construcción de los nuevos Partidos y de la Cuarta Internacional. Era una cara de doble faz; por un lado, se trataba de elaborar y sentar las bases programáticas de las nuevas organizaciones; por el otro, de construir estas organizaciones en la lucha de clases cotidiana. Dedicó a ambas todos sus esfuerzos, durante los siete años restantes de su vida.
El período era el de las graves derrotas de la clase obrera, que llevaron a la carnicería de la Segunda Guerra Mundial. Esto no significa que el proletariado dejó de luchar. Por el contrario, la década de 1930 registra la revolución francesa de 1934-36 y la revolución española, al cabo de la cual se produjo la Guerra Civil. Pero terminaron en otras tantas victorias de la contrarrevolución.
En el curso de estos procesos, las escasas fuerzas trotskistas buscaron la manera de insertarse en las luchas y crecer. Desde los sucesivos países donde estuvo exiliado -Turquía, Francia, Noruega y finalmente México- Trotsky siguió los acontecimientos y ayudó a los Partidos a elaborar sus tácticas.
Ante la traición del stalinismo y el avance del fascismo, importantes sectores de la clase obrera se sintieron atraídos por la socialdemocracia e ingresaron en ella. Esto fortaleció los partidos socialistas, pero a la vez dio lugar a la formación en su interior, de corrientes y tendencias centristas.
Trotsky vio en este fenómeno una oportunidad importante para el crecimiento de los núcleos de la Cuarta Internacional. Por medio de una política adecuada, era posible ganar a esas corrientes para una política revolucionaria e incorporar a sus mejores elementos. A través de decenas de cartas y documentos, instó a sus camaradas en Francia y España, donde se desarrollaban grandes procesos revolucionarios, que entraran en los partidos socialistas a fin de librar, en su interior, “una lucha inexorable contra sus direcciones reformistas”.
Esta política se aplicó también en Estados Unidos, donde existía el núcleo trotskista más fuerte, surgido de las filas del Partido Comunista y dirigido por uno de los fundadores de éste.
Años después, al hacer un balance de lo que llamó la “prehistoria de la Cuarta Internacional”, Trotsky describió una primera etapa durante la cual los núcleos revolucionarios permanecieron en los Partidos comunistas stalinistas, y una segunda, a partir de 1933. Sobre la último dijo: “La repugnante capitulación de la Internacional Comunista en Alemania, tácticamente aceptada por todas sus secciones, planteó abiertamente la cuestión de la necesidad de construir la Cuarta Internacional. Sin embargo, nuestras pequeñas organizaciones, que crecieron por medio de una selección individual en el proceso de la crítica teórica, prácticamente por fuera del movimiento obrero mismo, habían probado no estar todavía prepa radas para una actividad independiente. El segundo período se caracteriza por los esfuerzos de encontrar un verdadero campo de acción para estos aislados grupos de propaganda, aun a costa de renunciar temporalmente a la independencia formal. La entrada a los partidos socialistas inmediatamente aumentó nuestras filas, aunque cualitativamente los logros no fueron tan grandes como pudiesen haber sido. Pero esta entra da significó una etapa extremadamente importante en la educación política de nuestras secciones, que por primera vez se probaron a sí mismas y a sus ideas, frente a frente a las realidades de la lucha política y sus exigencias vivas. Como resultado de la experiencia adquirida, nuestros cuadros crecieron bastante. Otra conquista no menos importante fue nuestro rompimiento con los sectarios incorregibles, los tontos y tramposos que están dispuestos a unirse a cualquier movimiento nuevo en un principio, sólo para hacer todo lo que esté a su alcance para comprometerlo y paralizarlo.” (Escritos, tomo IX, Vol., 2, p. 633)
A este período corresponde, en el plano de la teoría, La revolución traicionada, que Trotsky escribió en Noruega. Es aún hoy el análisis más profundo y completo que se haya elaborado sobre la degeneración de la Unión Soviética y constituyó un aporte fundamenta para la construcción de la Cuarta Internacional y sus secciones.
La fundación de la Cuarta Internacional
Era la época en que las grandes potencias empezaban a reorganizarse para la Segunda Guerra Mundial Mussolini se aprestaba a invadir Etiopía. En julio de 1936 los fascistas españoles, bajo el mando de Franco, iniciaban una guerra civil apoyados por Hitler y Mussolini.
La burocracia soviética, por su parte, también realizaba sus aprestos para la guerra. Uno de los primeros pasos fue el abandono de la política ultraizquierdista aplicada por Stalin, desde 1928 hasta 1934, que había facilitado la subida de Hitler al poder. La nueva política Stalinista empezó tomar forma en la primavera de 1935, cuando Stalin firmó un pacto con la Francia imperialista y anunció que “comprende y aprueba plena mente” el rearme francés.” En agosto de 1935 se realiza el séptimo y último Congreso mundial de la Internacional Comunista donde se sancionó la nueva línea política. Los stalinistas de todo el mundo debían colaborar, no sólo con las fuerzas obreras llamadas hasta ese momento “social-fascistas” (menos con los trotskistas), sino también con los capitalistas “democráticos” y “progresistas”, incluidos sus partidos y a escala internacional. Además, debían apoyar todos los preparativos militares y diplomáticos de los gobiernos imperialistas democráticos para la lucha contra los gobiernos fascistas.
Como resultado de esta política aplicada hasta la firma de pacto Hitler-Stalin en 1939 las oportunidades revolucionarias que surgieron en Francia y España en 1936 se desperdiciaron deliberadamente y la clase obrera se encontró políticamente desarmada al estallar la Segunda Guerra Mundial.
La Carta Abierta
Ante este abrupto viraje de los stalinistas hacia la derecha, Trotsky redobló sus esfuerzos para la construcción de una nueva organización leninista mundial. Poco antes de partir de Francia redactó el anteproyecto de la Carta Abierta por la Cuarta Internacional. El objetivo de esta carta era acelerar y, en lo posible, completar el reagrupamiento internacional de fuerzas revolucionarias. Esto era más necesario que nunca, puesto que Stalin, junto con la nueva política, ahora oportunista, aumentaba la persecución, encarcelamiento y asesinato de revolucionarios y militantes de la Oposición en la Unión Soviética.
Desgraciadamente la Carta Abierta tuvo poca repercusión. Trotsky pensaba qua quienes coincidían con su línea debían dar inmediatamente los primeros pasos tendientes a crear una nueva Internacional. Esa fue su propuesta a la Primera Conferencia Internacional por la Cuarta Internacional, convocada en julio de 1936 por la Liga Comunista Internacional. Pero los delegados juzgaron que tal medida era prematura y sólo resolvieron crear el Movimiento por la Cuarta Internacional.
Su batalla para convencer de esta necesidad a quienes coincidían con su orientación fue muy dura. Los esfuerzos de Trotsky para construir la Cuarta Internacional que él mismo consideraba como la parte más importante del trabajo de su vida fueron generalmente ignorados o menospreciados por numerosas personalidades que se reclamaban anti-burocráticas, pero que se negaban a crear la herramienta fundamental para poder derrotar a los elementos acaudillados por Stalin.
A fines de 1937 Trotsky estaba convencido de que la fundación ya no podía ser aplazada. La inminencia de la guerra lo exigía. Su máxima preocupación política durante todo este período fue demarcar y enfrentar a los elementos durante todo este período fue demarcar y enfrentar a los elementos indecisos e irresolutos dentro y fuera del Movimiento Pro Cuarta Internacional y preparar sus núcleos política, ideológica y psicológicamente, para la próxima guerra y sus nuevas responsabilidades.
La fundación
En septiembre de 1938 se reunió en París la Conferencia de Fundación de la Cuarta Internacional, aprobándose el documento conocido como el Programa de Transición la Agonía del Capitalismo y las Tareas de la Cuarta Internacional.
Signo de los tiempos que corrían, varios de los hombres responsables de la organización de esa conferencia fundacional, incluido el propio hijo mayor de Trotsky, León Sedov, fueron asesinados en los meses y años previos por la GPU, que incluso robó varios documentos de gran importancia para el debate preparatorio. La conferencia misma no pudo durar más de un día: excederse de ese plazo significaba darle tiempo suficiente a los asesinos de la burocracia a descubrir el lugar de reunión.
La voluntad revolucionaria, la convicción sobre la necesidad urgente de crear la Cuarta Internacional, aseguró que aún bajo esa implacable persecución pudiera nacer la Internacional.
“El trabajo más importante de mi vida”
Así caracterizó Trotsky su tarea, en un diario íntimo que escribió en Noruega -cuyo gobierno le había prohibido publicar sus opiniones en la prensa-, durante 1935. “Sigo pensando que el trabajo en el que estoy empeñado, a pesar de su carácter extremadamente insuficiente y fragmentario, es el más importante de mi vida; más que el de 1917, el de la Guerra Civil o cualquier otro. Para expresarme con la mayor claridad, diría lo siguiente: Si yo no hubiera estado en Petrogrado en 1917, la Revolución de Octubre se hubiera producido de todas maneras, con la condición de que Lenin estuviera presente y en la dirección. Si ni Lenin ni yo hubiéramos estado en Petrogrado, no hubiera habido Revolución de Octubre: ¡no me cabe la menor duda de que la dirección del Partido bolchevique la habría impedido! Si Lenin no hubiera estado en Petrogrado, dudo de que yo hubiera podido vencer la resistencia de los dirigentes bolcheviques. La lucha contra el ‘trotskismo’ (es decir, contra la revolución proletaria) hubiera comenzado en mayo de 1917 y el desenlace de la revolución hubiera estado en duda. Pero, repito, con la presencia de Lenin, la Revolución de Octubre hubiera triunfado. En términos generales se podría decir lo mismo de la Guerra Civil, aunque en su primera etapa, sobre todo en la época de la caída de Simbirsk y Kazán, Lenin vacilaba, acosado por las dudas. Pero fue sin duda un estado de ánimo pasajero que no confesó a nadie aparte de mí.
Por eso, no puedo decir que mi trabajo fue ‘indispensable’, ni siquiera en el período entre 1917 y 1921. Pero ahora mi trabajo es ‘indispensable’ en todos los sentidos. En esta afirmación no hay la menor soberbia. El derrumbe de las colocado frente al problema y me han dotado de una gran experiencia para abordarlo. No queda nadie sino yo para llevar a cabo a misión de armar a una nueva generación con el método revolucionario, sobre las cabezas de los dirigentes de las internacionales Segunda y Tercera. ¡Y coincido plenamente con Lenin (mejor dicho, con Turguéniev) en que el peor de los vicios es tener más de cincuenta y cinco años! Necesito por lo menos cinco años más de trabajo ininterrumpido para asegurar la sucesión”.
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