El gigante es la sección 22 y su Movimiento Democrático de Trabajadores de la Educación de Oaxaca (MDTEO), formado por más de 80 mil agremiados; y la pequeña cosa es la Universidad Pedagógica Nacional (UPN) de Ixtepec y su delegación sindical, formada por apenas unas decenas de trabajadores.
Pues bien, de lo que pase en la UPN-Ixtepec puede depender el destino de nuestro glorioso MDTEO.
Resulta que en Ixtepec en dos escuelas secundarias, en la General Diurna Constitución y en la número 151 ha habido prácticas sindicales propias de los antiguos charros del PRI, que liquidaron la democracia y acabaron en imposiciones. Cuando se quiso hacer lo mismo en la UPN los nuevos charros encontraron un duro escollo: la mayoría de trabajadores sindicalizados se opuso y está librando una valiente batalla. Esta lucha debe ser apoyada por todo el MDTEO.
Los nuevos charros de la sección XXII echaron mano de una vieja marrullería priista para controlar a esta delegación. Por fuera de las normas democráticas enviaron a personas de fuera de esta universidad para que sean reconocidas como parte de la delegación sindical. Para más señales se les conoce como “autoubicados”. Con ellos obtendrían la “mayoría” de la base trabajadora y se apoderarían de esta instancia sindical. Esta práctica es violatoria de los acuerdos del XII Pre-congreso.
Los nuevos charros quieren el control de la delegación sindical ( D-II-187) para poder pactar libremente con el IEEPO (gobierno de Salomón Jara) la eliminación del escalafón como criterio para otorgar ascensos. Como sabemos, la nueva ley de reforma educativa de AMLO (calcada de la de Peña Nieto) destruye conquistas laborales como el escalafón. Si un maestro quiere ascender ello depende con la ley AMLO-EPN de sus evaluaciones. Si cae la UPN el camino quedará allanado en muchas escuelas para la aplicación de la funesta ley USICAMM.
A los charros de ayer y de hoy no les interesa la educación popular y si es necesario la agreden. Fue lo que también pasó en la UPN-Ixtepec. Los seudo líderes sindicales Efrén Cruz y los hermanos Valencia Alcocer (atrás de los cuales está Gaspar Villalobos, actual secretario de actas de la sección XXII) encabezaron el secuestro por medio de la fuerza de la universidad desde vísperas de las vacaciones. Con ello impidieron todas las actividades académicas y administrativas. Por ejemplo, ya no se realizaron exámenes profesionales, cursos, inscripciones… Sin embargo, maestros y estudiantes las llevaron a cabo en otros sitios. Finalmente la base estudiantil recuperó su escuela el pasado 5 de septiembre. Al día siguiente se reiniciaron las clases, en medio de la algarabía juvenil.
El problema no está en que haya algunas manzanas podridas en nuestra sección 22, porque si el CES y la Comisión Política están limpios se podría eliminar fácilmente lo infectado. Pero no es así. La actual conducción de la sección XXII se ha mostrado más que vacilante si no es que del lado de los charros de Ixtepec. Se formó una comisión encabezada por el profesor Eustiquio, secretario técnico de la Comisión Política, que pronto se mostró favorable a los descendientes de Elba Ester Gordillo. Para más señas, el tal Eustiquio pertenece al ala pro-gobiernista, pro Salomón Jara. Recientemente colaboró con el IEEPO para que el acto de asignación de plazas a los normalistas fuera visto como una dádiva del gobierno y no como fruto de la lucha de años.
Los charros del Istmo ya tienen fama –y bien ganada- de corruptos: Gaspar Villalobos vendía plazas y pedía dinero a los autoubicados, mientras que Gerardo García pedía dinero a los que querían estudiar en la UPN y apoyó a los reinstalados que provenían de la espuria “sección 59” para que los elbistas tuvieran voz y voto en los eventos sindicales.
Así que el dilema es más que claro:
- O la sección XXII reacciona y corta de tajo con la sífilis que la está carcomiendo
- O la sección XXII empieza a convertirse en una mala copia de las secciones del SNTE, con el charrismo doblegándonos y aplicándose a todo trapo la USICAMM, las UMAS, etc.