Del breve recorrido del movimiento obrero reciente hasta aquí narrado cabe puntualizar algunos puntos:
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Las reformas:
Es innegable que la reforma laboral tuvo un fuerte impacto en la lucha sindical, por una parte sirvió para eliminar más del 80% de sindicatos de protección patronal; sirvió también para que el viejo sindicalismo charro se legitimara, obteniendo una bocanada de aire fresco mediante los procesos de consulta a los trabajadores, aunque como era de esperarse, las consultas y procesos de legitimación no significaron procesos democráticos; por otro lado abrió una posibilidad de que nuevas organizaciones sindicales lucharan por la representación obrera y quitársela a sindicatos charros y blancos, y aunque este aspecto fue positivo en general, también fue un proceso marginal, incluso por debajo de las expectativas gobiernistas.
Otro punto de suma importancia fue el funcionamiento del Mecanismo de Respuesta Rápida que prevé el T-MEC, pues mediante este mecanismo el sector automotriz pudo independizarse del charrismo.
Ambas reformas, la laboral y la del T-MEC, así como la política sindical del gobierno, consistente en mantener contener los salarios contractuales a través de los topes salariales, permitir una movilización dentro de los límites del a nueva legislación, limitar la participación política independiente sindical, flexibilizar el mercado de trabajo lo que limita la expansión sindical y las demandas gremiales, así como eliminar las Juntas de Conciliación y Arbitraje y despolitizar hasta donde le es posible los conflictos entre el capital y el trabajo, y sobre todo la cooperación no conflictual de las partes en pro de la productividad y eficiencia, van delineando un nuevo tipo de modelo sindical que se irá definiendo con mayor claridad en los siguientes años y procesos de lucha, pero que me atrevo a decir, se enfila a crear un sindicalismo amarillo, del tipo estadounidense.
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Conciencia de clase:
Durante las jornadas de lucha antes descritas, que por la extensión del presente no se abordan todas, podemos ver que el nivel político de la lucha sindical es muy bajo. En la mayoría de conflictos los sindicatos solicitaban la intervención directa del gobierno federal, esto con la creencia de que les respaldaría, la realidad fue muy distinta. El discurso del señor presidentísimo fue una constante que limitó ver el carácter de clase del gobierno. Este hecho no les permitió tomar consciencia sobre el carácter político de sus luchas y a no atreverse a ir más lejos de sus planteamientos iniciales, asimismo, les impidió crear organizaciones intersindicales que coordinaran en un mínimo sus luchas y conjuntar sus fuerzas.
De los sindicatos que se lanzaron a la lucha solo dos tuvieron la claridad policía de calificar al gobierno de López Obrador y de Claudia Sheimbaum como neoliberales, a saber, el SUTIEMS y la Sección 22 de la CNTE.
Por lo que consta a sus declaraciones y posicionamientos, no tuvieron una postura políticamente independiente, sino subordinada a la política del gobierno.
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Extensión: Llama la atención el nivel de extensión de las luchas sindicales y obreras, así como los sectores que abarcó. Por un lado, tuvimos la presencia de grandes movimientos en el sector educativo en todos los niveles, abarcando la competencia federal y local, el otro gran sector fue el relacionado con el sector de exportación, principalmente automotriz y maquilador.
La extensión territorial fue muy desigual, por un lado, superó los límites de los principales centros industriales (CdMx, Edo.Mex, Jalisco y Monterey) y se extendió por la franja fronteriza de Tamaulipas, el centro de Querétaro, Zacatecas en el sector público, San Luis Potosí en la industria automotriz y maquiladora de exportación y Guanajuato, mientras que las luchas del sector salud durante la pandemia, por la naturaleza de su propia actividad se extendió a casi todo el territorio nacional. Mientras que las luchas magisteriales se siguen concentrando en los estados del centro y sureste del país, con la excepción del FNSEMS que fue parcialmente de alcance nacional.
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Organización:
Otro factor muy importante es que solo hubo 3 intentos de coordinar las luchas, el primero y más exitoso, aunque coyuntural fue el realizado por las secciones chiapanecas de la CNTE en conjunto con el SNTSA y Mactumactzá; otro fue la convocatoria a una Convención Nacional Democrática convocada por la Nueva Central de Trabajadores (NCT) para septiembre de 2023, que pretendió capitalizar las importantes jornadas de lucha del 2023 para agrupar al conjunto del sindicalismo independiente que surgió de las reforma laboral, sin embargo sus esfuerzos no prosperaron; el otro intento de agrupación fue el realizado por el SITUAM, mediante la convocatoria de unos foros de discusión y análisis pues se consideró que la NCT y los organizamos del sindicalismo universitario se han burocratizado y han caído en la inoperancia, sin embargo, no se le dio continuidad a la convocatoria y por lo tanto no terminó en nada.
En este sentido, una de las características de estas jornadas de lucha fue su atomización, la carencia de una mínima coordinación incluso entre sindicatos del mismo sector y corriente política, por lo tanto, la dispersión de la lucha, lo que generó la imposibilidad de plantear demandas que afectan por igual a la clase, como la eliminación de los topes salariales.
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Política:
Aunque el conjunto del sindicalismo no haya tenido la claridad suficiente para plantearlo de esta manera, las luchas sindicales y obreras reflejaron su carácter político, siendo sus puntos más álgidos tres: 1) la jornada de 40 horas fue el único planteamiento de reforma legal que sí beneficia al conjunto de la clase trabajadora y sí modifica la relación entre capital y el trabajo pues le arrebata un poco e vida al capital. Las limitaciones políticas de su principal impulsora, Susana Prieto Terrazas, su incapacidad de convocatoria y su gestión caudillista la llevó al fracaso pese a que MORENA tuvo la posibilidad de aprobarla sin problemas. 2) el hecho de que las autoridades laborales de EUA y Canadá tengan parte en la inspección de procesos de libertad sindical y con ello puedan ordenar, sancionar, y reorganizar procesos internos sindicales representa una intromisión imperialista que beneficia l capital más que al trabajo pues representa una política tendiente a eliminar las ventajas comparativas del mercado de trabajo de México ante el imperio, pues lo han considerado como competencia desleal. Esta negación relativa del carácter de clase de la política laboral de estas dos potencias solo ahonda más la dependencia política del proletariado mexicano. 3) La otra gran reforma que planea un cambio importante entre el capital y el trabajo es la demanda de reforma al sistema de pensiones, aunque este punto es de gran importancia para el conjunto de la clase trabajadora, solo la CNTE tuvo la capacidad de plantearla seriamente y de obtener una victoria a medias en este punto.
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Potencialidad de lucha proletaria:
La clase trabajadora en México es una gigante, durante el ciclo de lucha aquí abordadas cientos de miles de trabajadores se lanzaron a la lucha, con las limitaciones antes dichas. Sin embargo, en términos objetivos la clase obrera guarda en sí una gran potencialidad.
Según las estadísticas oficiales existen en México 40.4 millones de trabajadores asalariados, de un total de 60.6 millones pertenecientes a la Población Económicamente Activa. De esa masa asalariada solo el 4.98 millones cuentan con una organización sindical. Es decir, solo el 3.1% de la clase asalariada en México está sindicalizada lo que limita el impacto de la lucha sindical, caracteriza a nuestra clase como no organizada, sin embargo, la potencialidad de la lucha obrera, aún sin sindicatos, es innegablemente revolucionaria por su lugar en la producción, pero esta característica nos obliga a tomar consideraciones específicas.
De estas cifras y del recorrido hasta aquí realizado podemos ver por un lado que pese a ser un sector minoritario, los sindicatos siguen siendo un sujeto político de importancia, sin embargo, sus fuerzas son muy pequeñas, lo cual impacta en las oportunidades que tenemos para desarrollar una lucha de masas, por lo que, aparte de impulsar el avance del sindicalismo existente habremos de impulsar la creación de nuevos sindicatos bajo los principios de un sindicalismo revolucionario.
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Generales:
Uno de los elementos que caracterizan la lucha sindical en este periodo es su desigualdad en los rubros de nivel de politización de sus luchas, distribución territorial de las luchas y los sectores en que estas se presentan, así como el carácter de sus demandas y la organización de sus luchas, sin embargo en la mayoría de las luchas el conflicto no fue una situación nueva (salvo el caso de las utilidades), sino que se ha tratado de sectores oprimidos desde hace décadas con conflictos ahogados por el sindicalismo charro y por la represión patronal o gubernamental. Muchos de los conflictos más relevantes como el maquilador e industrial por pago de utilidades necesitaron un poco de agitación para estallar, mientras que otros, como el paro nacional de educación media superior y las movilizaciones nacionales de la CNTE son resultado de un trabajo de años y que la política de López Obrador abrió la coyuntura para que se manifestara su descontento y plantearan sus demandas.