El colmo de la ignorancia y de la mentira: Trump asegura que el triunfo de la Segunda Guerra Mundial (SGM) fue “gracias a nosotros, guste o no” al proclamar el 8 de mayo Día de la Victoria. Estados Unidos perdió menos de medio millón de soldados en esa conflagración, una cifra terriblemente alta, pero que no tiene punto de comparación con los 25 a 27 millones de soviéticos que murieron ante los nazis y sus aliados polacos, rumanos, húngaros, italianos y finlandesas. Fue el precio pagado para eliminar al peor enemigo que han tenido los trabajadores y la humanidad, el fascismo o nazismo, fenómeno creado por el capital financiero para llevar la explotación a niveles de esclavitud.
La ocupación por parte del Ejército Rojo de Berlín en mayo de 1945 significó la derrota mundial e histórica del nazismo. Días antes los obreros y campesinos soviéticos vestidos de soldados habían liberado a decenas de miles de judíos, eslavos, gitanos, comunistas y diversidades sexuales que agonizaban en campos de concentración asentados en los países vecinos de Alemania. Cuando vieron lo que los nazis habían hecho incrementaron su indignación y prosiguieron su camino. Su lema fue: hay que matar a la fiera en su cubil. Nada los detuvo. Así cayó el Tercer Reich, un acobardado Adolf Hitler optó por suicidarse y los nazis se rindieron. En cinco años de guerra habían dejado más de cincuenta millones de muertes.
La SGM es el suceso más importante de los últimos ochenta años, quizá es hasta ahora el hecho más grande y trascendente en toda la historia de la especie humana. Todo hecho político significativo, la historia de cualquier país, el devenir mundial de más de medio siglo sólo son comprensibles si se les refiere a esa enorme conmoción bélica. Todo cambió en el orbe con la segunda gran guerra: las relaciones entre revolución y contrarrevolución a escala planetaria, en favor de la primera; disminuyó la fuerza global de los imperialistas y, dos de ellos, el alemán y el nipón, quedaron impedidos de organizar fuerzas armadas, es decir, se quedaron sin la principal institución de sus Estados capitalistas; cambiaron las fronteras de numerosos países; el stalinismo alcanzó su cenit y al mismo tiempo inició su declinación; decenas de países se independizaron de sus amos colonialistas… en fin, ese gran hecho, abrió un nuevo derrotero, otro capítulo para la humanidad, la perspectiva de un mejor destino.
La Unión Soviética fue capaz de derrotar a los nazis gracias a que en ella hubo una gran Revolución, en 1917, que hizo de la nueva República de trabajadores una formidable potencia económica que ante la emergencia fabricó decenas de miles de aviones, tanques y vehículos; y millones de fusiles y municiones. También de uniformes para sus soldados, adecuados para las bajas temperaturas, vestimenta de la que carecieron los soldados nazis. Además, la Unión Soviética tuvo que trasladar su industria y trabajadores de las ciudades ocupadas por los invasores a regiones recónditas. Como parte de las conquistas que ya había hecho la Unión Soviética gracias a la revolución, estaba la academia militar con que contaba, en la que se educaron miles de oficiales, algunos de ellos geniales, como el general Zhukov.
El chetoo que habita la Casa Blanca sabe que miente cuando dice que “fueron tanques, barcos, camiones, aviones y militares estadounidenses los que vencieron al enemigo hace 80 años. Sin Estados Unidos, la Liberación nunca habría sucedido”, añadió. Tampoco en este renglón Trump se ciñe a la verdad. Los historiadores serios calculan apenas en un 15% la contribución material de EU a la guerra.
El mérito del pueblo soviético fue mayor si consideramos que al frente de su país estaba una casta de burócratas incompetentes y traidores, encabezados por José Stalin.
Stalin confió en el nazismo, firmó un pacto con éste y confió en que Hitler cumpliría su palabra de no agredir a la URSS. En consecuencia, no preparó militar ni políticamente a la Unión Soviética para enfrentar la mayor agresión armada que conoce la historia (4 millones de soldados invasores).
Debido al pacto referido, Stalin prestó ayuda material a Hitler. Suministró a Alemania cobre, caucho, manganeso, cromo, etcétera. Esto lo siguió haciendo Stalin hasta mayo y junio de 1941, días antes de la invasión nazi. Pocas semanas más tarde, los mismos materiales, sometidos al necesario proceso industrial, serían utilizados para asesinar a miles de soviéticos.
La confianza en que el nazismo iba a cumplir el pacto y no los iba a agredir, se manifestó en que ocho días antes de la invasión, el 14 de junio de 1941, Stalin emitió un comunicado público en el que aseguró que “…los rumores acerca de la intención de Alemania de romper el pacto y lanzar un ataque contra la URSS carecen de todo fundamento.” Pocas veces en la historia se puede encontrar que un estadista cometa un disparate tan mayúsculo y de tan trágicas consecuencias.
Derivado de lo anterior, la absoluta sorpresa en que fue tomada la Unión Soviética. No se preparó nada contra la invasión. No hubo durante casi dos años propaganda antinazi por parte de los partidos comunistas; por lo contrario, Pravda, el diario soviético, llegó a reproducir discursos… ¡del Fuhrer!
No hubo entrenamiento ni preparación del Ejército rojo para enfrentar la invasión que todo el mundo consideraba inminente. Antes de la guerra, hubo unas 500 violaciones al espacio aéreo soviético por la Luftwaffe, la aviación nazi. La misma historia oficial soviética reconoce que “al empezar la guerra, muchos tanquistas tenían apenas una hora y media de experiencia en su nuevo oficio. De manera semejante, nuestros aviadores no se habían familiarizado lo suficiente con los nuevos aviones.” La mayor parte de la fuerza aérea soviética, insuficiente y obsoleta, fue destruida en el suelo en los primeros días.
Tampoco hubo impulso previo a la industria de guerra soviética. La producción de cañones, morteros y armas automáticas estaba retrasada. El uso del radio y el radar estaba en pañales, cuando que los ejércitos alemanes, ingleses y yanquis los usaban corrientemente; faltaba una industria automotor de gran capacidad. Sólo la artillería era superior a la alemana.
Desde el Kremlin nunca surgió la política de preparar un movimiento guerrillero antes de la invasión, lo cual hubiera significado entregar armas a la población de amplias zonas rurales y enseñarles a usarlas, el buscar sitios en dónde esconderlas, así como a alimentos y medicinas, etcétera. Este hecho le fue reprochado a Stalin por algunos jefes guerrilleros, que combatieron en condiciones dificilísimas.
Otro hecho funesto para la URSS fue el que Stalin haya purgado a 15 mil oficiales del Ejército rojo poco antes de la guerra.
Los que saben de historia reconocerán que no exageramos cuando afirmamos que de haber triunfado los nazis el destino de la humanidad hubiese sido muy distinto, todavía más trágico, sangriento y oscuro. Los nazis buscaban un capitalismo lindante con el esclavismo y consideraban que todos los que no eran arios son subhumanos, como los animales de carga. Durante la guerra, capturaron a tres millones de soviéticos que enviaron a Alemania a trabajar en las fábricas sin paga y sin libertad.
La derrota del nazismo, del fascismo italiano y del Mikado japonés fueron obra de los Aliados, el bloque formado por la Unión Soviética, los Estados Unidos y Gran Bretaña. Dentro de éste, es indiscutible que los trabajadores y campesinos de la Unión Soviética fueron el sector con más víctimas y que más dañó a las hordas hitleristas.