Crisis en Venezuela: Un caldero que todos quieren enfriar

Desesperado por mantenerse en el poder mediante una farsa electoral, el presidente venezolano Nicolás Maduro y sus fuerzas armadas mantienen al país como rehén. El Consejo Nacional Electoral confirmó la victoria del presidente basándose en los resultados fraudulentos de las urnas el mismo día de las elecciones, el 28 de julio. La asfixia del régimen no hace sino agravar la crisis política, económica y social que viven los venezolanos desde hace tiempo.

El régimen chavista de Maduro, guiado por el llamado “Socialismo para el Siglo XXI,” es un gobierno que depende de las fuerzas armadas y las bandas paramilitares al servicio de la boliburguesía (este término se refiere al sector de la clase dominante venezolana que apoya y se beneficia del gobierno de Maduro y de la revolución bolivariana iniciada por Hugo Chávez). Mucho antes del bloqueo económico estadounidense, el régimen impuso las medidas de austeridad más estrictas de cualquier gobierno burgués en Sudamérica.

Después de declarar una victoria de Maduro de 51% a 44% sobre su rival Edmundo González, el Consejo Nacional Electoral se negó a aplicar el procedimiento estándar de proporcionar las actas de la elección para confirmar los resultados electrónicos. El análisis de una muestra de estas daba que González ganó por un margen aproximado de 2 a 1 en varios distritos electorales.

El rechazo de la camarilla de Maduro en las urnas, en un país con las mayores reservas de petróleo del planeta, demuestra que la mayoría pobre ya no soporta vivir bajo un régimen que ha devastado la economía. Con una corrupción desenfrenada, el gobierno ha destruido los servicios públicos esenciales. Ocho de cada diez venezolanos están condenados al hambre y la pobreza, y más de 7 millones – una cuarta parte de la población – han huido del país.

El antidemocrático proceso electoral fue el resultado de un pacto entre los actores políticos principales responsables de la crisis humanitaria que asola el país.

El régimen autoritario de Maduro primero llegó a un acuerdo con el gobierno de Biden. Esto permitió a la oposición burguesa proimperialista presentar candidatos y proporcionó un mayor acceso a las enormes reservas de petróleo de Venezuela por parte de las empresas estadounidenses, con Chevron a la cabeza. A cambio, el gobierno yanqui accedió a relajar las sanciones económicas. El acuerdo con el imperialismo estadounidense incluía la promesa de impunidad para las fuerzas armadas venezolanas y el compromiso de garantizar un salvoconducto para Maduro y sus secuaces en caso de victoria de la oposición.

En este pacto de conveniencia mutua no se mencionó la existencia de más de 300 presos políticos, la mayoría de los cuales están encerrados por exigir sus libertades civiles y derechos como trabajadores. Tampoco se menciona a los candidatos de la oposición encarcelados o partidos ilegalizados, incluidos los de izquierda.

No a la negociación, ¡abajo el fraude!

La represión estatal contra quienes tomaron las calles para repudiar el fraude en las elecciones, dejó un saldo inicial de 24 muertos y más de 2.400 detenidos, de los cuales el 95% provienen de barrios populares y pobres.

La oposición a Maduro, liderada por Corina Machado, al tiempo que reivindicaba la victoria de Edmundo González, dio la espalda a la rebelión popular contra el recuento ilegítimo de votos. Retrocedió en su llamado a levantarse contra el fraude y desactivó las protestas callejeras a favor de las negociaciones lideradas por los presidentes de Brasil, Colombia y México, avalando la violación del derecho de los venezolanos a elegir su propio gobierno.

Lo que ha quedado claro es que el apoyo de la oposición burguesa a una solución mediada significa que favorece un acuerdo con la facción capitalista representada por la boliburguesía.

Aparte de la lucha por el aparato del Estado, el objetivo común de estas fuerzas burguesas es extinguir cualquier foco de rebelión que tenga el potencial de derrocar al régimen, y fortalecer la lucha de las masas empobrecidas para satisfacer sus necesidades básicas.

Con su intervención, Brasil, Colombia y México, revelan que tienen el mismo objetivo que las facciones burguesas antes mencionadas en Venezuela. Quieren evitar que las protestas de las masas venezolanas sirvan de ejemplo de cómo resistir a la austeridad y la corrupción de todos los gobiernos del hemisferio al servicio de las multinacionales y los monopolistas nacionales.

Además de la controversia entre los que condenan el fraude electoral y los que defienden la victoria de Nicolás Maduro, hay una preocupación primordial de todos los jefes de Estado, incluidos Estados Unidos, Rusia y China. Todos estos actores políticos buscan resolver la crisis actual a través de la negociación con un régimen chavista degenerado que alcanzó hace tiempo su etapa crepuscular, y que ahora se encuentra en su punto más extremo de debilidad interna y aislamiento internacional.

De momento, las fuerzas represivas estatales y paramilitares del chavismo han recuperado el control de las calles. Vigilan los barrios pobres y los lugares de trabajo, con redadas y detenciones arbitrarias, y Edmundo Gonzalez abandonó Venezuela para exiliarse en España.

Los trabajadores y los pobres no tuvieron alternativa electoral en las recientes elecciones para representar sus intereses como explotados y oprimidos. Tampoco la tienen ahora entre las dos facciones burguesas contendientes.

La actual lucha contra el fraude y por el derecho a una vida digna exige una auténtica política independiente, anticapitalista y antiimperialista. La clase obrera y los sectores oprimidos necesitan tomar el poder político en Venezuela a través de sus propias organizaciones democráticas.

Para devolver la esperanza en el futuro de los trabajadores y las masas empobrecidas, los socialistas revolucionarios venezolanos deben asumir el llamado a construir una fuerza política capaz de unir a la clase obrera y al pueblo para derrotar a los nuevos y viejos representantes de la dictadura del capital.

¡Ninguna negociación con los verdugos de los trabajadores y el pueblo!
¡Basta de represión e impunidad!
¡Juicio y castigo a los asesinos del régimen!
¡Libertad para todos los presos políticos!
Contra la dictadura capitalista, ¡por un gobierno de los trabajadores y oprimidos!

Comité por el Reagrupamiento Internacional Revolucionario (CRIR)

Partido Socialismo y Libertad – Argentina
Movimento Revolucionário Socialista –Brasil
Partido Obrero Socialista – México
Freedom Socialist Party – U.S. and Australia